El coronavirus: la joya de la política antimigratoria de Trump

AutorRafael Fernández De Castro y Savitri Arvey

El pasado 20 de marzo, cuando la Casa Blanca anunció el cierre de la frontera con México a "viajes no esenciales", el secretario de Salud, Alex M. Azar II, dijo que los migrantes representaban un peligro para la salud de los patrulleros fronterizos y de los centros de detención. Lo que Azar se calló es que, justo ese día, Estados Unidos contaba con más 17 mil casos confirmados de coronavirus, mientras que en México y en el Triángulo del Norte de Centroamérica había sólo 201.

En la primera parte de este ensayo explicamos cómo el cierre parcial de la frontera por el coronavirus es la culminación de los esfuerzos incesantes del gobierno de Trump por frenar el derecho a la protección humanitaria para los migrantes que llegan a su frontera sur. En la segunda parte exponemos cómo Washington ha logrado exportar la responsabilidad de los migrantes que solicitan asilo a las ciudades mexicanas de la frontera y cuáles son las implicaciones sanitarias de esa población varada en México.

El muro de metal y el muro de cristal

El gobierno de Trump está edificando dos muros: la barda metálica que se refuerza enTijuana yTecate, o que incluso, en estos días de distanciamiento social, se sigue construyendo a marchas aceleradas en Arizona; y otro muro invisible, confeccionado por varios programas y políticas para impedir que los migrantes sigan llegando a la frontera sur a solicitar asilo.

La última medida -el cierre parcial de la frontera por el coronavirus- es la joya de la corona de su plan. Todos los migrantes que crucen a Estados Unidos sin documentos, incluso los que lo hacen para entregarse a la autoridad y pedir asilo, serán expulsados en caliente. El gobierno estadunidense ha instrumentado más de 10 acciones para impedir el acceso al asilo.

Destacamos tres por su mayor impacto: la separación de los niños de sus padres, el método de conteo para solicitantes de asilo y los protocolos de protección al migrante -programa Quédate en México o MPP, por sus siglas en inglés.

A mediados de 2018, segundo año de gobierno de Trump, el flujo migratorio que llegaba a la frontera México-Estados Unidos mostraba una composición singular: la mayoría eran familias o niños no acompañados provenientes del Triángulo del Norte de Centroamérica en busca de protección humanitaria. Tradicionalmente, el flujo migratorio había sido prácticamente de varones jóvenes. En 2012, por ejemplo, los adultos solteros representaron 90% del total de detenciones de la patrulla fronteriza.

Las familias significaron un reto especial para la Casa Blanca. La patrulla fronteriza sólo podía confinarlos durante 20 días en...

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