Sólo una que otra corrida con lustre

AutorLeonardo Páez

En la séptima corrida de la temporada 2013-2014 para muchos fue conmovedor el efusivo abrazo que el licenciado Miguel Alemán Velas-co, desde el callejón de la Plaza México, dio al matador Joselito Adame, cuando éste, en olor de apoteosis, recorría el ruedo tras su emocionante actuación ante un toro que minutos antes estuvo a punto de matarlo al intentar una manoletina al término de la faena. Fue prendido violentamente, arrojado por los aires y, en el descenso, casi se clavó en el tórax el pitón derecho del furioso astado. Alemán Velasco, que en opinión de Heriberto Murrieta "tanto ha hecho por la fiesta brava en los últimos veinte años", presenciaba la corrida en el palco de la empresa que durante ese mismo lapso ha dirigido Rafael Herrerías, cuyo criterio empresarial -avalado por los Alemán, padre e hijo- muy poco ha hecho por el desarrollo y reposicionamiento de la fiesta de los toros en el país, como no sea reducir la afición del público capitalino a dos o tres apellidos importados, rebajar la seriedad de la Plaza México por el ganado que ahí se lidia y los trofeos que se otorgan y, así, disminuir la asistencia al coso, que ocasionalmente rebasa la media entrada.

Si a lo anterior se añade que el operador de los Alemán ha reiterado que él no hace toreros sino que contrata figuras, se explica entonces la ausencia de diestros nacionales con imán de taquilla, la creciente dependencia taurina de México respecto de España, la división que ha provocado en los gremios de ganaderos y matadores el trato preferencial a los coletas importados, la acrítica línea periodística que prevalece sobre el tema, la ausencia de publicaciones y emisiones taurinas independientes y la reducción al mínimo de espacios sobre los toros en periódicos y revistas.

La análoga mentalidad de la "competencia", a cargo de la división taurina del consorcio que dirige Alberto Baillè-res González, también está empeñada en disputarse cada año a las mismas figuras importadas -cuatro o cinco españoles y un francés-, con idénticas ventajas y trato para éstos, y similar planeación de ferias y temporadas. En cualquier caso, si los Alemán tienen como su torero consentido al valenciano Enrique Ponce, los Baillères tie-. nen al andaluz José Antonio Morante de la Puebla, al que además apoderan.

Así, lejos de competir con ofertas di-ferentes y mayor calidad en el servicio, el millonario duopolio taurino de México se reparte el pastel de la dependencia, al tiempo que mantiene a la...

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