La cosa Nostra de las novatadas

AutorBeatriz Pereyra

La novatada que los jugadores veteranos del equipo de fútbol americano Pumas CU le hicieron a 15 compañeros para que se ganaran un lugar en el equipo, terminó con uno de ellos -Juan Francisco Espinoza Martínez- hospitalizado en estado grave, con neumonitis y quemaduras de segundo grado. El hecho desnudó la cultura de impunidad y violencia que se evidencia en los ritos de iniciación.

El fin de semana pasado, los jugadores seleccionados para integrarse al equipo de Liga Mayor de la UNAM fueron citados por los veteranos para cumplir con una de sus tradiciones más añejas: una violenta admisión en que los aspirantes aceptan los castigos y pruebas que durante todo un día sus propios compañeros les propinan. Entre ellos está realizar ejercicio extenuante y tolerar golpizas. La jornada concluye cuando a los novatos se les cubre el cuerpo -excepto la cara y el área genital- con pintura de aceite.

En el caso de Espinoza Martínez, un muchacho de 19 años que jugó en la categoría Intermedia con los Tigres del CCH Sur, la novatada por poco le cuesta la vida. En el parte médico se señala que el domingo 26 de julio ingresó de urgencia al hospital Adolfo López Mateos del ISSSTE: la pintura lo había intoxicado por vía tópica y por inhalación.

Ante la gravedad del hecho, la Dirección General de Actividades Deportivas y Recreativas (DGADR) de la UNAM informó el jueves 30, en un comunicado, que ya no permitirá que las novatadas a los jugadores de sus equipos de fútbol americano pusieran en riesgo su salud. "A partir de ahora, serán reguladas y supervisadas por equipo médico, que dictaminará las actividades a realizar".

Pero el profesor e investigador de la FES Aragón, Hugo Sánchez Gudiño, percibe otra situación: "El genoma de la violencia es un código de terror que se vuelve un decálogo, un catecismo de funcionamiento de quien desea ingresar al equipo, y que pasa de generación en generación. Las generaciones nuevas lo adoptan, se fortalece, y cuando alguna autoridad intenta algún cambio la resistencia es infranqueable. Se ha permitido durante años, dudo que puedan hacer algo porque cambiar esa mentalidad es muy difícil", plantea.

Cuando llegó al hospital, Espinoza Martínez presentaba ampollas con secreción purulenta en distintas partes del cuerpo, principalmente hombros y rodillas. Estaba muy débil, ya no podía caminar, no tenía apetito.

El jugador no pudo quitarse la pintura del cuerpo, lo cual impidió que sudara. Este proceso permite regular la temperatura, así que conservó el calor provocado por el ejercicio extenuante que realizó durante 10 horas bajo el rayo del sol. Paralelamente, el hecho de haber respirado la pintura durante horas le ocasionó la neumonitis.

El 28 de julio el jugador entró a quirófano para que, anestesiado, los médicos retiraran con solventes...

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