El "crimen" del teniente Mendoza

AutorArturo Rodríguez García

La tarde del 19 de septiembre de 2012 el teniente Marcos Gerardo Mendoza Pérez fue a la primaria del Instituto Educativo Las Américas, en Naucalpan, para saludar a su hijo. Ahí, frente al pequeño y sus compañeros, maestros y padres de familia, el militar fue atacado a tiros.

Desde hacía meses se quejaba de que el concubino de su expareja, el coronel de justicia militar José Raúl Celedón Lamas, le impedía ver a su hijo. La jerarquía era el argumento: Mendoza tenía que obedecer. Ese 19 de septiembre, hacia las 2:30 de la tarde, cuando cientos de padres convergen en la caótica hora pico, Mendoza llegó a la escuela donde se encontró con Celedón. Sin mucha puntería el coronel disparó al menos cinco veces. Sólo dos tiros impactaron al teniente: uno en el costado izquierdo y otro en la espalda.

Entre la muchedumbre aterrorizada se escuchaban los gritos acusadores: "¡Fue el pelón, fue el pelón!", decían y señalaban al agresor.

Según la primera declaración de los testigos (Vivian Prieto y Juan Manuel Sam-perio, en cuyo automóvil hubo impactos de bala), el teniente pedía clemencia mientras el coronel seguía disparando. Herido, Mendoza se arrastró hasta quedar junto a la pared del deportivo El Huizachal, donde unos soldados lo subieron a una camioneta para llevarlo al Hospital Militar. Tenía perforado el pulmón derecho.

Celedón huyó con el hijo del teniente y seis horas después se entregó a la justicia militar, ante la que dio una versión distinta: que había sido él quien resultó agredido -"a cabezazos"-, por lo que respondió a tiros en "legítima defensa". A esa hora, en el lugar del tiroteo ya no quedaban ni los casquillos percutidos. Además acusó al teniente de insubordinación.

Mendoza estuvo internado varias semanas en el Hospital General Militar.

Cuando estaba a punto de ser dado de alta, oficiales de la Policía Judicial Federal Militar irrumpieron en el nosocomio, lo arrestaron y se lo llevaron a la prisión del Campo Militar Número Uno, donde permanece hasta ahora.

La justicia castrense desestimó las lesiones por arma de fuego y la justicia civil no se quiso hacer cargo de la denuncia por intento de homicidio interpuesta contra el coronel, que está libre y en funciones en la sede judicial militar de Mazatlán, mientras que por el supuesto cabezazo el teniente está preso, acusado de "insubordinación en vías de hecho causando lesiones al superior".

Cuando ocurrieron los hechos, ninguno de los dos iba uniformado -no forman parte de la misma área ni tienen relación directa de supra-subordinación-, estaban fuera de servicio en una zona de civiles y no en instalaciones castrenses.

Con todo, los jueces militares y un juzgado constitucional le negaron a...

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