La criminal manipulación de Netanyahu

AutorTémoris Grecko

ERBIL, IRAK.- Un día después del secuestro de tres jóvenes israelíes en Cisjordania, el pasado 12 de junio, el gobierno del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu tenía datos sólidos que apuntaban a que los muchachos ya habían sido asesinados. Pero durante 18 días alentó la esperanza de poder rescatarlos con vida.

Esto no hizo más que atizar lo que vino después: crispación en la sociedad israelí, bombardeos sobre territorios palestinos, arrestos masivos de habitantes de dichos territorios, incremento de las tensiones y del odio étnico y el asesinato del palestino de 16 años Mohammad Abu Khdair, quemado vivo.

Netanyahu -quien rechaza de plano al gobierno palestino de unidad en el cual participan Fatah y Hamas-, señaló como culpable de dichos secuestros y asesinatos a esta última organización y exigió que fuera expulsada de la administración de Palestina. Para destruirla, su ejército amenazaba la semana pasada con una invasión terrestre a Gaza.

Paradójicamente Hamas contribuyó involuntariamente a ser señalada culpable debido a su falta de voluntad o capacidad para actuar contra los presuntos asesinos de los tres judíos: los miembros del clan Cawas-meh, el cual, pese a estar nominalmente en Hamas, tiene un largo historial de sabotajes sangrientos contra los acuerdos que alcanzan sus dirigentes. Netanyahu sólo habría explotado esta vulnerabilidad.

La trampa

Gil-Ad Shael, Naftali Frenkel y Eyal Yifrach, tres adolescentes judíos que pedían aventón para llegar a Alon Shvut, en los alrededores de Hebrón, Cisjordania, fueron engañados cuando se detuvo una camioneta Hyundai con placas israelíes. La tripulaban palestinos quienes, para darle veracidad a su engaño, tenían sintonizado el noticiario de la radio pública israelí.

Una vez en el vehículo los muchachos se dieron cuenta de quiénes los habían levantado y Gil-Ad alcanzó a marcar en su celular el número 100, el de emergencia de la policía. Fue lo último que hizo. En la grabación se escucha que dice: "¡Nos secuestraron!" Luego uno de sus captores grita en hebreo: "¡Cabezas abajo!" Se oyen disparos, un grito de dolor y los jóvenes ya no hablan. Entonces los secuestradores empiezan a cantar.

Los operadores israelíes de los servicios de emergencia no le dieron la debida atención y seguimiento a la llamada (fueron despedidos por eso) lo cual les regaló a los asesinos ocho horas.

Irónicamente esa ocho horas no fueron de ayuda para los secuestrados: al ver que Gil-Ad había hecho la llamada...

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