Crisis de la democracia, crisis del Estado...

AutorJorge Carrasco Araizaga

Lejos de la normalidad democrática, con expresiones de inconformidad y violencia en distintas regiones de la república, las elecciones que se realizarán el domingo 7 de junio constatan el equilibrio precario del sistema institucional mexicano, más allá del reacomodo de las fuerzas políticas en el Congreso de la Unión.

En entrevista con Proceso, el constitu-cionalista Diego Valadés Ríos encuadra de esta manera el contexto sociopolítico actual, en el que resulta plausible el rechazo ciudadano a los partidos, lo que ha dado pie a una tendencia hacia la anulación del voto. En las elecciones intermedias de 2009, esa inconformidad alcanzó el 7% de las votaciones. Y ante ese panorama, dice, las acciones de disuasión parecen no ser convincentes.

"No lo son desde el punto de vista de la argumentación democrática porque lo que se está planteando es que se vote por el menos malo, el menos corrupto o el menos inepto, sin considerar la orientación ideológica que tenga el partido por el cual se vote y la que tenga el elector.

"Lo que se nos está diciendo es: si tú eres un liberal pero el menos corrupto es un conservador, vota por el conservador. ¡Por qué he de votar por un conservador que está en contra de mis ideas, simplemente porque he de votar por alguien!", exclama.

La crisis, subraya el ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, abarca a todo el Estado mexicano. Y por supuesto, acota, ello da lugar a que en procesos tan vulnerables como son los comicios se encuentre espacio para generar inquietud y hacer valer exigencias de cualquier tipo, de reivindicación social, jurídica, política y hasta delictiva.

Lo que vemos es que la crisis de las instituciones mexicanas es lo que propicia esto. No es que esté vinculado con la mejor o peor organización de las elecciones, que están razonablemente bien organizadas. Quiere decir simplemente que faltan vectores para canalizar la inconformidad que hemos dejado que se azolve a lo largo de décadas. Uno de los más importantes es un sistema adecuado de acceso a la justicia. Si no tenemos procedimientos adecuados para acceder a ella, se producen expresiones de violencia.

Como ejemplo de su planteamiento expone el conflicto de los taxistas tradicionales con los del servicio Uber:

En Madrid, el año pasado, la empresa fue declarada ilegal y ya no funciona. Los taxistas de la capital española protestaron por la vía jurisdiccional, sin acciones de fuerza. Nosotros no tenemos un sistema de acceso a la justicia fluido y confiable, al que se pueden apelar y recurrir. Entonces, todos nuestros justiciables tienen que manifestarse por la vía de facto: cerrar carreteras, intimidar a otras personas o amenazar con el bloqueo de elecciones porque es la forma como entienden que pueden acceder a la justicia. El problema es de fondo.

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