Crónica del "Zoo Motel"

AutorEstela Leñero Franco

El espacio estaba marcado, el individual y el colectivo. Cada huésped escogió un número de la baraja y ese se convirtió en el número de su habitación en el Zoo Motel. El del cuarto 18 nos ofreció la historia de su abuelo y usó distintas formas ingeniosas para contarla. Jugó con los números, colores y figuras de la baraja para hablarnos de la reina Isabela y de la carta luz fantasma, que escogíamos para tener una luz fantasma que, como explicaba el creador escénico Thaddeus Phillips, es la luz que se deja en los teatros, en la noche, cuando todos se han ido, pero queda ahí la veladora, presente, como lo estará ahora, durante nuestra ausencia. Y asombra ese juego de cartas y de palabras y de ideas para construir este espectáculo teatral en la virtualidad y recrear un espacio escénico.

Entre los juegos de mesa que el actor inventaba, estaba el que convertía en un Juego de la Oca al mapa del hotel que siempre colocan detrás de la puerta. Las casillas se convertían en habitaciones y avanzabas contando con los números que escogías en tu baraja. Y en ese mapa, convertido en juego, nos llevaba a algún otro espacio del motel. Al abrir los micrófonos para preguntar a dónde queríamos ir, unos y otros decían que al cuarto 18; y el del 18 quería ir a la hielera común del Zoo Motel, para prepararse una bebida.

La sensación de estar en el teatro desde la virtualidad, como experiencia colectiva y creando una comunicación a partir de los elementos base del teatro; el espacio, el cuerpo y el tiempo. Y jugó con objetos chicos y grandes que nos mostraba desde diferentes ángulos, o nos hacía girar gracias a la herramienta -que...

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