Crónicas del Metro/ Las Anoréxicas

A pesar de que me ocurrió hace una semana en la estación Mixcoac, todavía recuerdo claramente la plática de aquellas adolescentes para quienes su mayor preocupación es tener una espigada figura.

Durante aquel viaje que me llevó minutos más tarde a la estación Auditorio, escuché sin querer la conversación que sostenían dos amigas preparatorianas.

Súper concentradas en la plática, venían intercambiando consejos para bajar de peso. Ambas, de esbelta figura, que quizás no rebasaban los 50 kilos, estaban preocupadísimas por llegar a los 45 kilos para poder usar ropa de talla 3.

Una de ellas, la de piel morena y cabello obscuro con marcados rizos, traía su botella de un litro de agua dentro de su morral, la que sacaba constantemente para darle un par de tragos.

"Oye güey, me cae que si no bajo los 3 kilos que me faltan este mes, voy a hacer la dieta de la papaya; ya me dijo Fabiola que comiendo papaya durante 3 días, bajas porque bajas.

"Pero lo malo, es que luego mi jefa me regaña porque no como carne, ya sabes, tienen la onda de que si no comes carne no te alimentas bien, pero a ver como le hago para no pecar y hacer la dieta bien de todo a todo", dijo la esquelética jovencita quien lucía orgullosa sus piernas tan delgadas como si fueran un par de popotes.

La amiga, que escuché su nombre era Rita, no dejaba de lamentar que no había bajado un sólo kilo en la última semana a pesar de haberse privado de la comida chatarra que dijo, era su debilidad.

"Yo no sé que voy a hacer si no bajo de peso para la graduación de mi hermana. Ya aparté el vestido que me quiero poner ese día.

"Oye, cambiando de tema, ya viste que cuerpazo tiene Laura...

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