CRÓNICAS DEL METRO / Memorias

Así como me ven, no siempre fui un solitario, cuando estudiaba la secundaria tuve un amigo: Carlos. El primer día de clases, en medio de ese mar de rostros desconocidos, la inseguridad me hizo presa y huí mientras pude hacia el rincón más profundo del salón, como quien quiere fundirse con la pared para evitar ser visto.

Los años de primaria me habían provisto de cierta habilidad para ello: bastaba con quedarse quieto, quieto, reducir al mínimo el movimiento del tórax en la respiración y desplazarse al compás del resto del grupo para no atraer la mirada aguda del profesor en turno.

Pero ese primer día surgió un imprevisto. La maestra, en su afán de hacer que todos nos relacionáramos con cordialidad, me hizo compartir equipo con Carlos, un grandulón reservado de cara pálida, junto a quien nadie había querido sentarse, tal vez debido a ese aire de escasa amabilidad que despedía.

Qué lejos estaba entonces de imaginar que Carlos sería mi único...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR