Crónicas del Metro / La mona

Ante la mirada sorprendida de los pasajeros de un vagón del Metro, en la estación Tacubaya un espigado y desaliñado muchacho sube al transporte y comienza a cantar.

El que parece ser sólo otro de los tantos que se ganan la vida interpretando algunas melodías, pronto muestra que son otras sus intenciones.

El joven, que no rebasa los 25 años, tiene en su mano derecha una "mona" de "activo" que aspira con todas las ganas que le caben en el cuerpo.

Quién sabe como le hizo, pero de alguna manera debió haber burlado la seguridad de los torniquetes para poder pasearse en el vagón sin ningún problema.

"Con eso de que nunca están en su lugar los policías, este hombre no encontró obstáculo para entrar", comenta un señor a su compañero de asiento.

La sorpresa se convierte en miedo, porque el muchacho entona a toda voz: "Yo te di mi vida sin pedirte nada...", y les grita a los pasajeros: "Oigan, yo no les pido, sólo escúchenme", pero cuando llega justo enfrente de un hombre que, al parecer, no trae muy buen humor, le dice amenazante: "Regálame un peso, ándale".

La indiferencia del malencarado señor no le impide continuar su demanda: "Te estoy hablando, ¡que me regales un varo!". Se le queda viendo fijamente, se mantiene inmóvil y como a quien se dirigen los gritos ni lo pela, el alucinado mejor dirige su demanda hacia otro pasajero: un joven de lentes, que, tronando la boca, saca una moneda de su mochila y se la da al "cantante".

Sigue aspirando su "mona" y cantando a su manera el pegajoso tema: "Era una aventura lo que tú buscabas, y yo por confiado donde fui a caer...".

El tren está a medio camino entre esa estación y Constituyentes. Otra señora, por precaución o miedo, hasta le habla y le...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR