Cruenta escalada criminal en la Cuauhtémoc

AutorPatricia Dávila

Las calles de Tepito huelen a muerte. El intento del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) por arrebatar a Unión Tepito el control de la venta de droga al menudeo mantiene alterados a los habitantes del Barrio Bravo. Los asesinatos que recientemente se han perpetrado en sus calles alejan a los consumidores, quienes se niegan a entrar y obligan a concretar la entrega del producto fuera de esta zona de "confort" para los distribuidores.

Los motociclistas que sirven de "burreros" a Unión Tepito y a Fuerza Anti Unión -apéndice del CJNG- apenas esquivan puestos y visitantes. Ante la distancia por recorrer, la urgencia por llegar es mayor. El miedo de los compradores por ingresar causó el incremento de intermediarios y, por lo tanto, aumento en el precio de las drogas.

Las puertas de las vecindades están abiertas de par en par. Nadie vigila. Pareciera que nada ilícito ocultan. Sin embargo, desde afuera es imposible dejar de percibir la sordidez por lo que allí hubo. Porque la disputa provocó que los hombres que manejan la droga se cambiaran a "puntos reservados", que todos los tianguistas conocen pero a donde nadie llega, menos la policía.

Sólo hombres entrados en años, sucios y mal vestidos, se atreven a drogarse en la calle. Sus rostros reflejan goce con cada bocanada de mariguana que dan, mientras el fuerte olor a la hierba se expande e impregna la ropa de los puestos más cercanos. No importa.

A ello se suma la venta de bebidas alcohólicas en la vía pública en puestos fijos y semifijos, lo mismo en las calles Matamoros, Comonfort, Toltecas, Granada, Francisco González Bocanegra y Peralvillo que en Aztecas, Eje 1 y Avenida del Trabajo. Hombres y mujeres de cualquier edad tienen acceso a ellas.

Los tianguistas no dejan de vender todo tipo de mercancía, como si la disputa entre bandas les fuera ajena; sin embargo, se sienten las miradas de mujeres adolescentes que hurgan en aquellos a quienes sorprenden tratando de mirar más allá de las simples mercancías que ofrecen. Sus miradas persiguen. Parecen sentenciar. Incluso el espacio cercano al altar de la Santa Muerte, en la calle Alfarería, no escapa al escrutinio.

Durante un recorrido realizado en distintos días por las calles del Barrio Bravo, en ningún momento se vio presencia de alguna corporación policiaca. Incluso cuando hay decomisos, como el del viernes 5, son en cantidades bajas.

Aun cuando las fuerzas federales conocían puntualmente que Tepito alcanzaría el nivel de violencia que hoy mantiene a la...

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