En Cuba, cambio y desánimo

AutorOlga Pellicer

Cierto que el nombramiento trae elementos de cambio. Perteneciente a una generación que no participó en la gesta revolucionaria, educado disciplinadamente en la Cuba socialista, formado en las filas del Partido Comunista, Díaz Canel no perpetúa el nombre de los Castro y lleva una nueva generación al poder. Sin embargo, no se distingue por audacias ideológicas o interés en acelerar la época de reformas que inició Raúl Castro; por lo contrario, es valorado como un cuadro del viejo aparato anquilosado y decidido a preservar los valores establecidos desde hace 60 años.

El campo de maniobra que se le ha otorgado al nuevo presidente es limitado. No se puede perder de vista que Raul Castro mantiene la primera secretaría del Partido Comunista (PC) que, de acuerdo con la Constitución cubana, es el órgano supremo del que emanan las directivas para el Consejo de Ministros que ahora preside Díaz Canel. Su verdadero poder no se ejercerá, pues, hasta 2021, cuando Raúl anuncia que abandonará la conducción del PC. Lo anterior no significa que el presidente no pueda fijar ciertas directivas, pero la situación actual de Cuba da poco margen de maniobra para que éstas se aparten del camino ya trazado.

El récord de reformas por parte de Raúl no es despreciable, aunque es insuficiente y se halla estancado desde hace ya un par de años. Se inició en 2008 con el levantamiento de "prohibiciones absurdas" como que los cubanos no pudiesen hospedarse en hoteles de su país, que no tuvieran acceso legal a servicio de telefonía celular o a computadoras. En 2010 abrió la economía a la iniciativa privada ampliando el trabajo por cuenta propia, y un año después permitió la compraventa de coches y viviendas. Asimismo, inició la búsqueda de inversión extranjera ofreciendo parques industriales de extensión considerable.

Sin duda, su mayor audacia fue iniciar pláticas y negociaciones para el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos, que fue anunciado el 17 de diciembre de 2014. Quedan en la memoria el encuentro de los mandatarios de ambos países en Panamá en la Cumbre de las Américas, de abril de 2015; el discurso, no desprovisto de humor, de un Raúl Castro muy sonriente, y su imagen estrechando la mano de Obama.

La mencionada visita de Obama a la isla al año siguiente, la primera después de 88 años de que un presidente estadunidense llegara a Cuba, marcó un punto climático y, al mismo tiempo, el freno al proceso de reformas que se había iniciado. En efecto, fue al...

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