¡Cuidado con la reconquista!

AutorAriel Dorfman

Durante mi adolescencia esas montañas me otorgaron siempre una seguridad y permanencia tristemente ausentes de mi propia vida, pero en esta oportunidad me ofrecen algo diferente: algo parecido a la esperanza. Puesto que hace exactamente 200 años, miles de hombres cruzaron estos mismos Andes -impenetrables, colosales, majestuosos-en un viaje de inusitado heroísmo que llevaría a la liberación definitiva de Chile del colonialismo, un momento clave en la emancipación de la América hispánica.

En 1817 Chile sufría un régimen opresivo dedicado a borrar todo el progreso alcanzado durante los primeros años del proceso de Independencia lanzado en 1810 en las tierras que hasta entonces habían pertenecido a la corona española.

El cuestionamiento del poder imperial y la deposición de sus autoridades desde México hasta el Cono Sur significaron una serie de reformas de las que los latinoamericanos todavía nos enorgullecemos. En el caso de Chile, la palabra crucial es libertad: libertad de prensa y asamblea, libertad para elegir nuestros propios representantes a un Congreso Nacional, libertad de comerciar con todos los países, libertad para obtener una educación secular sin el tutelaje despótico de la Iglesia católica y, sobre todo, la libertad de vientres, una ley que estableció que todo niño parido por una esclava nacía automáticamente libre, tal como lo sería cualquier esclavo por el solo hecho de pisar suelo chileno.

A pesar de estos logros, aquellos primeros años de nuestra incipiente Independencia se vieron complicados por contradicciones y rencillas. El conflicto fratricida entre moderados, por una parte, que deseaban avanzar lentamente para ganar así adeptos y, por la otra, elementos más levantiscos que denunciaban toda reforma grad-ualista como un camino seguro a la derrota terminaron por debilitar la causa rebelde. Después de la restauración del retrógrado monarca Fernando VI y su arremetida contra las cortes y juntas liberales de su propio país, les tocó el turno a las posesiones de ultramar. El año 1814 vio a las tropas del imperio reconquistar la gran mayoría de las provincias americanas, iniciando un periodo conocido justamente como La Reconquista.

Derrotados los patriotas chilenos en Rancagua el 2 de octubre de 1814, lo que resta de su ejército emprende un penoso éxodo hacia Mendoza, al otro lado de los Andes. Planeaban su retorno desde Argentina, uno de los pocos dominios del continente que seguía en poder de los revolucionarios, urgidos...

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