Da Vinci y el enigma de La Gioconda Desnuda

AutorAnne Marie Mergier

CHANTILLY, FRANCIA.- Expuesto en una rotonda bañada por una luz tenue a cierta distancia de las demás obras de la muestra, el frágil retrato de la llamada La Gioconda Desnuda, dibujado hace cinco siglos al carboncillo negro con realces blancos, desconcierta tanto como fascina.

El rostro algo andrógino de esa mujer joven que exhibe con serenidad su busto desvestido, luce muy distinto del de la Mona Lisa con la que comparte sin embargo una sonrisa levemente burlona. Se parece -sin ser igual- esa posición del cuerpo de las dos damas, ambas sentadas. Coincide el gesto de sus manos: la derecha suavemente apoyada sobre la muñca izquierda, la izquierda reposa sobre el brazo de un sillón.

Agudiza la extraña sensación de an-droginia que emana del retrato, el brazo izquierdo de La Gioconda Desnuda a la vez desproporcionado y muy varonil.

¿Realizó Leonardo da Vinci esa obra singular que el Museo Condé-Castillo de Chan-tilly considera como una de las máximas joyas de su coleccion?

"Muchos elementos nos llevan a pensar que el genio toscano puede ser el autor de ese dibujo", confía, sibilino, Vincent Delieu-vin, curador en jefe del Departamento de Pinturas del Museo del Louvre, especialista del arte italiano del siglo XVI.

Delieuvin, quien atiende a un grupo de periodistas en víspera de la inuguración el pasado sábado 1 de junio de la muestra La Jo-conde Nue, le mystère enfin dévoilé ("Por fin develado el misterio de La Gioconda Desnuda"), en el Museo Condé-Castillo de Chantilly, es uno de los tres curadores de la exhibición junto con Mathieu Deldique (curador del mismo museo) y Guillaume Kaserouni (del Museo de Bellas Artes de la ciudad de Ren-nes, al oeste de Francia).

Vincent Delieuvin asume también la curaduría de la gran restrospectiva de la obra de Leonardo da Vinci que el Louvre albergará del 24 de octubre de 2019 al 24 de febrero de 2020, en el marco de la conmemoración del quinto centenario luctuoso del genio florentino.

Según enfatiza, ambas muestras celebran los profundos lazos que unen a Leonardo da Vinci a Francia, donde el maestro vivió los tres últimos años de su vida.

Invitado personalmente por el rey Francisco 1, uno de sus más fervientes admiradores, el genio toscano llegó a la ciudad de Amboise -cuyo castillo era una de las residencias de la realeza gala- en octubre de 1516 y se instaló en el hermoso castillo de Cloux, hoy conocido como el Clos-Lucé, puesto a su disposición por el monarca.

Adulado por él y su corte, el maestro llevó una intensa vida intelectual, social y artística hasta su fallecimiento el 2 de mayo de 1519 a la edad de 67 años.

Gracias al testimonio del cardenal de Aragón, quien lo visitó en octubre de 1517, se sabe que Da Vinci viajó a Francia con sus tres obras predilectas: La Gioconda -la mas querida de todas-, La Virgen, Santa Ana y el Niño, y Santa Ana y San Juan Bautista.

Historiadores del arte desataron polémicas -aún no del todo acabadas- al sugerir que el artista pudo haberse traído también un retrato pintado de La Gioconda Desnuda, del cual nunca se encontró huella. Nadie sin embargo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR