David Faitelson / El legado...

Es tan simple como jugar o tratar de jugar bien al futbol.

En las "cenizas" del Barcelona, expuestas tan dramáticamente esta semana tras el poderoso fuego que pareció consumir toda una época del futbol, permanece un sentido indiscutible del mensaje que este club dejó para la posteridad.

No hay que darle más vueltas al tema. Ese es y será el principal legado que ha dejado el Barcelona de Messi para la historia de este maravilloso juego. En un deporte-entretenimiento-profesional donde ganar y levantar trofeos se presenta como una necesidad propia de la naturaleza humana, cuidar las formas, las maneras, el estilo para alcanzar el éxito se ha convertido en una excepción. El Barcelona, el Barcelona de Messi -y habría que hacer hincapié en que es de Messi- transformó esa penuria y le dio luz, brillo, intensidad a la cancha. Le mostró a "los terroristas" del juego -así los llamaba Menotti desde hace varias décadas- que el triunfo podría ser encaminado a través de una belleza estética para jugar y, sobre todo, para tomar los riesgos que haya que tomar sin tener al miedo como el referente y el "10" de la cancha. El Barcelona de Messi enseñó que el juego debe ser siempre "libre", abierto, alegre, fresco. Le dio un sentido democrático a la cancha, donde sí, es verdad, existían jerarquías y diferencias de calidad entre los integrantes del equipo, pero donde todos entendían también que debían jugar bajo ciertos perfiles e ideas que eran imposibles de traicionar.

Es verdad que para conformar esta época tuvieron que conjuntarse muchas cosas. Messi, quizá el mejor futbolista de todos los tiempos. Xavi e Iniesta, dos jugadores españoles de exquisita calidad y sobrada inteligencia para jugar. El legado de Cruyff, el...

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