Decepción colosal

AutorYetlaneci Alcaraz

BERLÍN.- Sobre los cristales del autobús oficial que transportó a los integrantes de la selección alemana de futbol, durante su breve estancia en Rusia, se leía el triunfal mensaje: "Escribamos juntos la historia". Y, efectivamente, la selección alemana hizo historia, pero en sentido contrario de lo deseado. Desde que se tiene memoria, ningún equipo teutón había quedado fuera durante la primera ronda del Mundial. Menos aún siendo el campeón.

Con su mala actuación que le valió la eliminación de Rusia 2018, Alemania se unió así a lo que ahora pareciera ya una maldición o mala tradición de recientes campeones que caen durante la fase de grupos del torneo en el que buscan defender su corona: a los franceses les ocurrió en Japón/Corea del Sur 2002 al ser los últimos de su grupo y no pasar a octavos de final; lo mismo sucedió con Italia en Sudáfrica 2010, cuando sus intenciones de refrendar el título se truncaron al ocupar también el último lugar de su grupo; le siguió España en el Mundial de Brasil 2014, que tampoco alcanzó la siguiente ronda. Y ahora, los alemanes.

La eliminación fue un shock para la nación entera, que apostaba a que su querida Mannschaft daría todo para lograr la hazaña hasta ahora nunca alcanzada, la de refrendar el título mundial o, cuando menos, intentarlo decentemente.

Tras el trago amargo del 27 de junio último, los alemanes ahora comienzan a procesar la eliminación y a buscar las respuestas a lo inexplicable para ellos. Tanto los medios de comunicación como aficionados han sido inclementes con su escuadra. Hay quien atribuye el fracaso de la selección a la arrogancia. Otros apuntan al cansancio y a la falta de ambición del conjunto. Algunos más, a las diferencias internas entre los jugadores. Lo cierto es que se trata de una combinación de todo.

De entrada, lo que a simple vista explica la de-bacle tiene que ver con errores y debilidades en el rendimiento de los jugadores. La participación de estrellas veteranas, como Thomas Müller, Toni Kroos y Sami Khedira dejó mucho que desear. Decisiones radicales del entrenador, Joachim Löw, como los cambios que dejaron vulnerable la defensiva reforzando en exceso la ofensiva, tampoco fueron acertadas a la larga. El dinamismo y la rapidez, características del grupo, se diluyeron.

"Al equipo alemán le faltó, a menudo, velocidad y profundidad. Su toque se percibió siempre lento y conservador, y su juego no tuvo la disposición al riesgo. Fue carente de ideas y poder", resumió en un...

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