La decepción de Raquel

AutorRenato González Mello

Este texto, solicitado a Renato González Mello, director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, es un mosaico donde va desplegando la manera como la crítica de arte incorpora a su análisis tanto el compromiso de su postura de izquierda como su capacidad de percepción del arte contemporáneo, y la evolución de la apología muralística a sus contradicciones. Así se cuenta aquí, por ejemplo, el desencuentro con Siqueiros, que va más allá de una "bofetada" espectacular hasta rastrear sus orígenes en el acercamiento del muralista al Estado.

En el volumen correspondiente al Arte moderno y contemporáneo de la Historia general áe\ arte mexicano de la editorial Hermes, publicado en 1964, Raquel Tibol se refirió muy elogiosamente a Rufino Tamayo. Era obvio que la búsqueda de ese pintor era contraria a las que tenían la adhesión y el entusiasmo moral de una autora abiertamente comprometida con el proyecto de la pintura mural; pero dos páginas de reflexiones, mucho antes de que rompiera con Siqueiros o se disolviera la Unión Soviética, atestiguan un interés sólido:

...si los realistas inician su búsqueda en el rostro cierto de las circunstancias, Tamayo con un humor sutil, mixtura de Rabelais y Julio Verne, se evade de lo concreto, rompe los cerrojos terrenales y se obsequia a sí mismo la libertad de conquistar un ámbito cósmico, abandonándose a una perplejidad dionisíaca ante lo inmensurable.

Llegada a México en los años cincuenta, por invitación de Diego Rivera, Tibol se desempeñó muy pronto como crítica de arte y periodista. El primer oficio lo perfeccionó a lo largo de su vida. Las notas que publicó durante las primeras dos décadas de su labor no son fácilmente accesibles; deberían ser objeto de una selección y recopilación. Esos artículos tempranos están construidos a partir de análisis formales muy rigurosos, pero articulados con las preocupaciones políticas típicas de las izquierdas en aquellos años. Por ejemplo, refiriéndose a un mural de Siqueiros, dijo que

(...) se deleita en el trazado de esas líneas curvas, elípticas, espirales (...) Además de ritmos, esas líneas crean términos en el plano, según el uigor o la esfumatura de sus perfiles. Los ritmos y los términos en su conjunto son la armazón, la malla o el esqueleto donde arraigará, crecerá y se consolidará la estructura plástica.

Entrelazado con esa reflexión sobre lo que percibía el ojo, incluía siempre una consideración sobre lo que, en su punto de vista, era el verdadero principio de articulación: la historia (en "Descripción de un mural". Excélsior, 7 de junio de 1959):

Ahí está el mártir amortajado en la bandera nacional junto al llanto de su esposa o de su...

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