Defendió hasta el delirio al abusador Maciel

AutorRodrigo Vera

Las denuncias eran "totalmente falsas"; "inventos creados y pagados" para "golpear injustamente" a su amigo Maciel y se daban, dijo el cardenal, en el marco de un "gran complot para atacar a la misma Iglesia y al Papa Juan Pablo II".

Así describe Alberto Athié la campaña del purpurado a favor de Maciel en el libro Norberto Rivera, el cardenal del poder, que editorial Grijalbo pondrá en circulación en los próximos días.

Ahí, en su colaboración titulada "Norberto Rivera o el tótem de la impunidad", Athié agrega que, para defender a Maciel, el cardenal Rivera contó con el respaldo del mismo Juan Pablo II, del entonces nuncio apostólico Jerónimo Prigione, de poderosos empresarios mexicanos y hasta de la Presidencia de la República.

Eran los años en que un pequeño grupo de obispos aliados al poder político se aglutinaban en el llamado Club de Roma, lidera-do por el nuncio Prigione y del que Norberto era una de las cabezas más visibles.

Toda esa "maquinaria de protección" a favor del padre Maciel, prosigue Athié, se debía a que los Legionarios de Cristo tenían fuertes alianzas con la clase político empresarial mexicana y además aportaban fuertes sumas de dinero en el proyecto de Juan Pablo II para acabar con el comunismo soviético, sobre todo en su natal Polonia.

Athié detalla en el libro:

"Para liberar a Polonia... eran necesarios ingentes apoyos económicos y en ello, hoy sabemos, el padre Maciel fue uno de los que colaboraron más intensamente, con millones de dólares en efectivo: se trataba de la primera vez que lo veíamos emerger como un actor importante en el apoyo directo a la estrategia del Papa a favor de su amada Polonia".

Por su lado, Maciel supo aprovechar muy bien la "personalidad mediática, carismática y autoritaria" de Wojtyla, quien implementó un "modelo de Iglesia autoritaria, clericalizada, protegida y hermética hacia adentro y valiente en contra de los enemigos de la fe hacia fuera".

Fue Maciel "un personaje clave en toda la estrategia de expansión del modelo polaco del Papa Wojtyla", la cual se dio en un "contexto de silenciamiento institucional de los miles de casos de pederastia clerical".

De ahí que -refiere el libro-, durante el papado de Juan Pablo II la Legión fue la congregación con mayor crecimiento: contaba sólo con 100 sacerdotes cuando Wojtyla llegó al Vaticano, En 2005, cuando murió el polaco, ya tenía 800, más de 2 mil seminaristas repartidos en 124...

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