El delator premiado apesta

AutorRicardo Raphael

El delator es un individuo que, en principio, colabora con la justicia para que se haga justicia y, sin embargo, a pesar del bien que puede hacer, se le desprecia igual que al peor de los bichos.

La delación premiada tiene una larga trayectoria en la biografía del derecho penal. Se utilizó en la Grecia antigua y en la época de los romanos, en la Edad Media y cuando la Inquisición. Los regímenes totalitarios, fascistas y comunistas abusaron de la figura.

Ésta es la razón por la que apesta el nombre y utilizamos sinónimos.

Sin embargo, desde los años noventa del siglo pasado, cuando el globo tomó conciencia de la sofisticación internacional que estaban alcanzando algunas formas de corrupción, la delación premiada recuperó estatura.

Tres fueron las razones que primaron para abrazar de nuevo al delator: 1) la dificultad de combatir por otros medios la urdimbre de negocios que se volvieron muy enredados, como el de las drogas, la trata de personas, la corrupción política o el terrorismo; 2) arrebatar pretextos a los jueces que, por razones diversas, preferían mantener subordinadas sus sentencias al poder político, y 3) hacer creíble que los corruptos, por más ricos y poderosos que fuesen, podían volverse mortales comunes y corrientes.

El delator premiado es una figura del derecho penal que se explica por la necesidad política de salvar a la democracia de una de sus peores amenazas: la corrupción. Es, en efecto, un mal menor que ayuda a que la justicia y el derecho se impongan sobre la vileza y el caos propios de la plutocracia.

En Italia, el delator premiado ha sido fundamental para combatir a la mafia y también al poder político amafiado con los criminales más peligrosos. El maxi-proceso denominado Manos Limpias no habría llegado a ningún lugar sin los arrepentidos.

En Brasil, los llamados crímenes hediondos, o crímenes por corrupción, que destaparon escándalos tan graves como el Lava Jato, obligaron a que el Congreso legislara con precisión los límites y los alcances de esta figura.

En Estados Unidos los ejemplos abundan, desde el proceso seguido contra la corrupción dentro de la FIFA, hasta los maxiprocesos que hemos atestiguado recientemente en el tribunal de Brooklyn en contra de Joaquín Guzmán Loera o Genaro García Luna.

Sin embargo, a pesar de las ventajas que representa y, sobre todo, del peligro que para la sobrevivencia de nuestra democracia significa la corrupción, la mayoría de quienes vivimos en México no tenemos en buena estima a...

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