El "desalojo blanco"

AutorAnne Vigna

RÍO DE JANEIRO.- Desde su ventana en la favela Providencia, en el centro histórico de Río de Janeiro, Marcia mira a los obreros que cargan tierra, ladrillos y madera: todo lo que queda de la casa de su vecino. Marcia -de 54 años- es la única que aún vive en un pequeño edificio de tres pisos. Otras dos familias que lo habitaban fueron desalojadas hace un año. "No regresaron. Sólo sé que viven con unos familiares, lejos, creo que por Campo Grande, a dos horas de aquí", dice.

Esas familias, presionadas, aceptaron recibir 400 reales (2 mil 332 pesos) de "renta social", como la llaman las autoridades: una miseria para rentar un departamento en Río, una de las ciudades más caras de Latinoamérica.

En otros casos, los gobernantes prometen a familias que residen en fave-las darles un departamento de 35 metros cuadrados a cambio de la demolición de su vivienda. Para ello deben aceptar irse desde ahora. El dinero, les dicen, se los darán después.

Los departamentos prometidos están en construcción, abajo de la favela, muy cerca de las vías del tren. Todo mundo fue a ver esos nuevos edificios, bonitos de lejos. Sólo cuando uno se acerca se da cuenta de que los ferrocarriles nunca paran y que el ruido es infernal. Aun así muchos los aceptaron.

Marcia cuenta que con 400 reales que les dieron a sus vecinos éstos "no encontraron nada para rentar por aquí". La única solución es irse lejos y, si es posible, donde se tengan lazos familiares. El hijo de Marcia, Diego, de 22 años, creció con los hijos de los vecinos. Iban a la escuela, jugaban futbol en la calle y volaban papalotes. "Una vida de favela. Una vida de pobres que no tienen derechos. Es lo que siento. Lo que hacen con nosotros nunca lo harían en un barrio de clase media", comenta la mujer.

A partir de 2008, en paralelo con el "proceso de pacificación" de las favelas, las autoridades de Río de Janeiro diseñaron proyectos de desarrollo urbano con la intención de erigir exclusivas zonas residenciales y lujosos malls para el turismo. Dichos proyectos han tenido en mente el hecho de que Río será sede de los grandes encuentros deportivos de la década: El Mundial de Futbol, que comenzó este jueves 12, y los Juegos Olímpicos de 2016.

Pero esos proyectos han tenido un costo social y humano: el desplazamiento de familias pobres de esas áreas, antes marginales y desdeñadas, y ahora codiciadas por las empresas inmobiliarias. De acuerdo con cálculos de la organización civil Comité Popular de la Copa de Río de...

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