Desdén, su rasero en la administración pública

AutorMaría del Carmen Pardo

Llama la atención que el gobierno, al que parece preocuparle de manera muy sentida el bienestar de la sociedad, no reconoce a la administración pública como el recurso y espacio privilegiados de interacción entre gobierno y sociedad, en la que se formulan e implementan políticas públicas que buscan justamente recortar las distancias sociales y favorecer a los sectores con menos recursos y menos capacidad de organización. Basta pensar, como un ejemplo, en el papel del Instituto Mexicano del Seguro Social o en de la propia Secretaría del Trabajo y Previsión Social que concilia posiciones extremas entre los intereses de la clase trabajadora y los del sector empresarial, logrando un equilibrio que impide rupturas sociales que pudieran tener graves consecuencias.

Este texto hace un recorrido breve por algunas de las propuestas del nuevo gobierno para tratar de entender su "desdén" por la administración pública y advertir sobre los potenciales riesgos que esto podría acarrear al prescindir de una buena parte de las estructuras de gobierno y al llevar a cabo un recambio de funcionarios hecho más sobre bases cliente-lares que sobre experiencia y mérito.

Para el presidente, la administración pública es un conjunto de estructuras y funcionarios casi prescindibles, particularmente los cuerpos intermedios de las burocracias. De manera muy generalizada señala a las primeras de ineficaces y a los segundos de ineptos y hasta corruptos; señalamientos ambos que hasta el momento no se sostienen en ningún tipo de evidencia. Los únicos funcionarios que se "salvan" de esos calificativos negativos son los que acaban de tomar posesión de sus cargos y que llegaron con el nuevo gobierno que él encabeza.

De cara a un número importante de decisiones intencionalmente encaminadas a desdeñar la administración pública como recurso privilegiado de gobierno, el detalle del análisis se hará sobre los siguientes temas:

Plan anticorrupción y austeridad

Una parte sustantiva de este plan se convirtió en el sesgo distintivo de la campaña electoral y lo es también del gobierno en el poder.

El propósito es tener un gobierno austero a partir de una reorganización administrativa que busca en última instancia reducir la administración pública -fideicomisos y oficinas de prensa de los secretarios, subsecretarías, oficinas de asesores, entre los primeros recortes ocurridos- a la que el gobierno le endosa prácticamente todos los problemas de corrupción, sin considerar, por un lado...

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