La desgracia se volvió tragedia

AutorArturo Rodríguez García

El asesinato del hijo del exgobernador de Coahuila fue el tiro de gracia a un político en desgracia... Dirigente nacional del PRI en momentos clave -la designación del candidato presidencial de ese partido-, Humberto Moreira se había servido del poder hasta su máxima expresión política pero acabó de-fenestrado ante la presión del gobierno calderonista y el abandono que se hizo de él desde la cúpula priista, muy preocupada por su reputación cuando se construía la candidatura de Enrique Peña Nieto.

Humberto Moreira usó, pues, y fue usado, como es norma en el priismo. Y en este último contexto su hijo acabó siendo asesinado.

Como gobernador solía confrontarse con Felipe Calderón: varias veces le recriminó la militarización exacerbada del país. Desde Coahuila ayudó a varios de sus compañeros de partido a ser gobernadores, entre ellos a su hermano Rubén, quien lo sucedió.

Como presidente del PRI consiguió apoyos estratégicos para Enrique Peña Nieto hasta definir su candidatura a la Presidencia. Pero cayó en desgracia al revelarse que como mandatario de Coahuila contrajo una deuda multimillonaria, que en parte se obtuvo gracias a documentos falsos. Entonces sus compañeros de partido lo dejaron solo.

Y ahora su hijo fue asesinado.

Crítico de la militarización, Moreira se convirtió en víctima de la violencia que azota al país y en estos días sobre todo al norte de Coahuila. En sus palabras padece "en carne propia" el saldo de la "guerra absurda" declarada por Calderón al inicio de su mandato.

El miércoles 3, José Eduardo, primogénito del exdirigente nacional del PRI y exgobernador de Coahuila, fue asesinado en un paraje de Ciudad Acuña.

La noticia se difundió con rapidez, sin que hubiera confirmación oficial hasta el día siguiente. En el gobierno de su tío, Rubén Moreira, se cerraron todas las fuentes de información. Dos horas después de la desaparición del joven de 25 años ni siquiera su padre estaba enterado de lo ocurrido y no fue sino hasta que los rumores llegaron a él cuando pudo confirmar la muerte de su primogénito.

Carlos Ariel y Alvaro fueron los hermanos que acompañaron a Humberto en el sepelio. Rubén no asistió. Tampoco los secretarios de su gabinete. Sólo unos pocos alcaldes llegaron a las exequias.

La ausencia de Enrique Peña Nieto y de la mayoría de los gobernadores priistas fue más notoria que las discretas asistencias de algunos peñistas: Sólo acudieron el sucesor de Moreira en el PRI, Pedro Joaquín Coldwell; los integrantes del equipo de transición Miguel Ángel Osorio Chong y Jorge Carlos Ramírez Marín, así como los gobernadores de Chihuahua, César Duar-te, y Zacatecas, Miguel Alonso.

Aunque más tarde el exdirigente priis-ta se reuniría con el...

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