Desigualdad extrema a debate

AutorHéctor Tajonar

La investigación de Gerardo Es-quivel Desigualdad extrema en México/ Concentración del poder económico y político, publicado hace dos semanas por Oxfam México, representa un valioso aporte a la ineludible discusión sobre la creciente disparidad en los ingresos y la calidad de vida de los mexicanos. A nadie puede dejar indiferente la dimensión que ha alcanzado ese grave problema en los ámbitos económico, político, social y humano.

En México, el 1% más rico concentra 21% de los ingresos totales del país, y el 10% más favorecido acumula 64.4% de la riqueza nacional. Esta disparidad va en aumento: Mientras el PIB per cápita crece a menos de 1% anual, la fortuna de los 16 hombres más opulentos de México casi se ha sextuplicado entre 1996 y 2014, al pasar de 25 mil 600 millones de dólares a 142 mil 900.

El crecimiento de los cuatro personajes más acaudalados del territorio mexicano (Carlos Slim, Germán Larrea, Alberto Bailleres y Ricardo Salinas Pliego) es aún más asombroso. En 2002 la suma de sus fortunas representaba 2% del PIB; en 2014 el porcentaje aumentó a 9%. Sólo la del ingeniero Slim (77.7 mil millones de dólares, de acuerdo con la lista de For-bes 2015) equivale a 6% del PIB, y la de los otros tres empresarios, a 3%; es decir, el capital del segundo hombre más rico del mundo rebasa el doble de la riqueza sumada del mencionado trío.

Esas cifras contrastan con los 53.3 millones de mexicanos que viven en la pobreza, 11.5 millones de ellos en pobreza extrema. Más de 23 millones de personas no pueden adquirir una canasta alimentaria básica. Sólo 20% de la población, 23.2 millones, no son pobres ni vulnerables; el resto enfrenta alguna carencia social o tiene problemas de ingreso. (Coneval, 2013.) México pertenece al 25% de los países con mayor desigualdad en el mundo.

Como lo indica el título del estudio de Esquivel, la desigualdad extrema en la República está vinculada con la concentración del poder económico y político. La fortuna de los cuatro megabillonarios nacionales proviene de sectores privatizados, concesionados y/o regulados por el Estado.

A partir del proceso de privatización de Telmex en 1990, el consorcio ganador contó con un escenario privilegiado (escasa competencia, débil regulación, control de la red nacional de telefonía) para consolidarse como el gigante de las telecomunicaciones. En el caso de las concesiones otorgadas por el gobierno para la explotación de las minas, Larrea y Baille-res se vieron beneficiados por la...

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