Desolación Artística

AutorJorge Sánchez Cordero

En 1932, en plena Gran Depresión, Diego Rivera, ya un artista prolífico en esa época, fue contratado para pintar un mural monumental en el inmueble comercial de la Radio Corporation of America (RCA), en el complejo del Rockefeller Center de Manhattan.

Sus ideas marxistas eran ampliamente conocidas; por lo tanto, cuando los Rockefeller tomaron la decisión de contratarlo para ejecutar la obra en uno de los edificios más emblemáticos del capitalismo, tenían conocimiento cabal de ello. La apostilla del proyecto artístico era farragoso: Hombre en la encrucijada con incertidumbre, pero con esperanza y alta visión para elegir un curso que conduzca a un nuevo y mejor futuro, una de cuyas versiones se exhibe actualmente en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México bajo el título Controlling Man ofthe Universe (El hombre controlador del universo).

Pese a las reconvenciones de los Rockefeller a Rivera para que atemperara la narrativa del mural, el artista no se apocó y, en una actitud desafiante, plasmó incluso la imagen de Vladi-mir Illich Lenin, uno de los líderes de la Revolución Rusa. Esta representación se justipreció como el clímax de los agravios.

La historia es conocida: una noche de febrero de 1934, en forma subrepticia y sin que mediara advertencia alguna, el mural fue destruido por órdenes de los Rockefeller. La aporía vertida ofendía cualquier inteligencia; se argumentó que la destrucción obedecía a la necesidad imperiosa de darle mantenimiento a la estructura del edificio. El escándalo no se hizo esperar y las protestas emergieron por doquier.

La aniquilación del mural estuvo muy lejos de sofocar estas expresiones y el destino de las obras de Rivera en los Estados Unidos cobró mayor importancia, aun entre aquellos a quienes les era indiferente, o incluso hostil, el mensaje que conllevaban.

El "New Deal"

Como gobernador del estado de Nueva York (1928-1932), Franklin D. Roosevelt conocía la crónica del polémico mural del pintor mexicano y, ya como presidente, de su arrasamiento; provisto de una enorme sensibilidad social, ponderó la importancia de ese tipo de obras como un medio de comunicación con el gran público.

En este contexto sociocultural y político, el muralista Geor-ge Biddle (1885-1973), antiguo compañero de Roosevelt, persuadió al mandatario de dar empleo a numerosos artistas. En diciembre de 1933, en las oficinas del Tesoro, el gobierno estadunidense creó el Proyecto de Arte de Obras Públicas (PWAP, por sus siglas en inglés), que estuvo a cargo del artista Edward Bruce y, a pesar de su duración efímera, tuvo gran éxito.

De esa época los murales emblemáticos son múltiples: el de la Torre Coit en el Barrio Telegraph Hill, en San Francisco, pintado por profesores como Ralph Stackpole y Bernard Zakheim y alumnos de la Escuela de Bellas Artes de California en 1933. En esta pieza hay una referencia expresa de protesta contra el atentado al mural de Diego en Nueva York.

A la obra de la Torre Coit se asociaron muchas más: el mural diseñado por Grant Wood...

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