Desplazados guatemaltecos, entre dos gobiernos indiferentes

AutorIsaín Mandujano y Rosa Santana

MUNICIPIO DE CANDELARIA, CAMPECHE.- Desterrados de la comunidad de Laguna Larga, en la selva del Petén, cientos de guatemaltecos sobreviven desde hace más de 28 meses en condiciones precarias.

Están en una franja fronteriza entre México y su país, que ellos consideran "territorio neutral" o "zona franca", y exigen al gobierno guatemalteco el retorno a sus tierras o la reubicación para vivir dignamente.

Dos líneas de chozas con techo de palma o tejas de lámina, paredes de varas o plástico y lonas, se extienden en ambos lados de la frontera. Originalmente llegaron huyendo del Ejército y la policía guatemaltecos unas 450 personas de origen campesino que conformaban 111 familias, pero sólo permanecen ahí 350 personas de 91 familias.

Con temperaturas de hasta 40 grados, han soportado torrenciales aguaceros y el ataque permanente de los zancudos durante más 28 meses. Procuran hacer vida comunitaria de manera provisional en 10 metros del lado mexicano y otro tanto del guatemalteco, dicen que para cruzar la frontera en sentido contrario hay peligro de que los amenacen o que la autoridad los persiga.

Durante casi 30 años vivieron en Laguna Larga, comunidad enclavada en la Selva de El Petén, adonde se refugiaron de la guerra sucia de los ochenta. Todo cambió cuando les dijeron que ya no podían vivir ahí y que toda la selva era un área natural protegida de la Reserva de la Biosfera Maya, como lo decretó en 1990 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

En la selva tenían recursos para vivir dignamente sin pedirle nada al gobierno de su país, consumían lo que cosechaban junto a una laguna de aguas cristalinas: maíz, frijol, chihua (calabaza) y otros productos, que también comercializaban con sus vecinos del lado mexicano: la comunidad campechana de El Desengaño, municipio de Candelaria.

El 2 de junio del 2017 la autoridad les avisó que serían desalojados. Cargaron lo que pudieron en la espalda y en las cuatro camionetas todoterreno del pueblo. Unos mil 500 miembros del Ejército y la Policía Nacional Civil, la División de Protección a la Naturaleza (Diprona) y guardaparques del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) quemaron sus viviendas.

En un testimonio recogido por la asociación civil chiapaneca de apoyo a migrantes Voces Mesoamericanas, un campesino relata:

"Ese día que se llegó el desalojo fue una tormenta increíble: lamentos, llantos de esos niños, de esas mujeres, se perdieron vidas. Las mujeres que iban embarazadas perdieron su bebé, fue increíble ese desalojo, nunca en mi...

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