La diáspora de los tesoros precolombinos (Segunda parte y última)

AutorJorge Sánchez Cordero

La falta de interés de la Metrópoli por las culturas precolombinas fue más que evidente, lo cual se sustenta en el hecho de que el material cultural proveniente del Nuevo Mundo no constituyó en España una colección en el sentido técnico del término.

Si bien es cierto que los nuevos territorios y monumentos indígenas le pertenecían a la Corona española, el reino carecía de una política de colección y preservación de las piezas que arribaron a España como novedades producto de obsequios o de botines y que acabaron dispersándose por toda Europa, con un futuro incierto.

Las evidencias

Se cuenta con referencias de que Felipe II, heredero de la colección de su padre, Carlos V, impulsó una selección muy acotada de arte plumario en sus dominios del Nuevo Mundo, como constatara Francisco de Toledo (1515-1582), el quinto virrey de Perú.

Entre las pocas alusiones a la colección precolombina de Felipe II destacan las de los embajadores franceses; son los casos del clérigo Claude de l'Aubespine (1559-1562); Jean Ebrard, señor de Saint-Sulpice (1562-1565); Raymond de Rouer, señor de Fourquevaux (1565-1572); Jean de Vivonne, señor de Saint-Gouard (1572-1582), y Pierre de Segusson, señor de Longlée-Renault (1582-1589), que son precedentes de gran valía.

Pero fueron Pierre de Villars (1623-1698) y su esposa Marie Gigault de Bellefonds (1623/1626-1706) quienes, ante la Corte de Carlos II de España (1661-1700), se expresaron con mayor detalle sobre el acervo albergado en el Real Alcázar de Madrid. Tales evidencias provienen del intercambio epistolar entre Gigault de Bellefonds y Marie-Angelique du Gué de Bagnols, señora de Coulange (1641-1723). Esta correspondencia se cuenta entre las mejores crónicas en torno al reino de Carlos II. Más aún, Gigault de Bellefonds y Coulange pertenecen a la tradición epistolar de la espléndida literata francesa Marie de Rabutin-Chantal, conocida como Madame de Sévig-né (1626-1696).

El inventario levantado en 1666 de los acervos de bienes culturales albergados en el Palacio del Alcázar menciona sin mayor precisión documentos de las Indias, así como objetos de arte plumario.

La colección de pintura europea en la Corona española fue integrada en gran medida gracias a la intervención de Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco Tovar (1587-1645), conde-duque de Olivares, quien hacia 1630 fue nombrado alcaide del Palacio del Buen Retiro, lo que implicaba hacerse cargo de los asuntos administrativos, contables y jurisdiccionales de la casa real en ausencia del monarca. Sin embargo, Olivares jamás mostró interés por el arte precolombino.

La colección mencionada estuvo...

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