Cuando el discurso del amor sustituye al del odio

AutorRogelio Flores Morales

Hoy, a sus 70 años, la directora de la asociación Caminos de Esperanza Madres de la Candelaria -con sede en Medellín, Colombia- dice a Proceso: "He perdonado lo imperdonable".

-¿Cómo se pueden perdonar estas atrocidades? ¿Es posible hacerlo? -se le pregunta a la activista colombiana, nacida en Altamira de Urrao.

-Ha sido un proceso muy largo y difícil -responde tras un breve suspiro.

Y añade: "Una mañana me levanté llorando y me di cuenta de que a las mamás nos estaba matando el odio. Nos estábamos enfermando. La gente me decía: ‘Teresita, ¿cómo va usted a perdonar? ¡Usted tiene a 13 víctimas!'... Entonces yo les dije: 'No podemos seguir así. Las mamás se están muriendo de dolor. Hay que sembrar ahora para recoger mañana. ¡Yo no puedo seguir así!'".

De esta forma, Teresita pasó del "discurso del odio" al "discurso del amor":

"¡Las mamás nos estábamos enfermando! Nos dimos a la tarea de cambiar el discurso del odio. ¡Al principio incluso deseábamos la muerte de esos señores! ¡Esa es la verdad! ¡Era puro veneno el que traíamos! Nosotras comenzamos a darnos cuenta de que el veneno que les estábamos irradiando a ellos, era el mismo que nos consumía a nosotras. Entonces cambiamos el discurso.

"Tuvimos la oportunidad de acercarnos a las cárceles de Máxima Seguridad de Colombia para investigar si ellos (los victimarios) nos podían decir la verdad. Los interpelamos. El único interés que teníamos nosotras era la búsqueda de la verdad, no la venganza."

Cuenta que previo al perdón tuvo que experimentar una reconciliación múltiple: primero, perdonarse a sí misma, puesto que deseaba silenciosamente que la mataran. "Tuve que valorar mi propia vida, ver lo importante que era mi vida para mí y para la familia que me quedaba", dice con ojos quebrados.

Hoy, Teresita Gaviria es un referente de resilienciay reconciliación en Medellín, la otrora ciudad más violenta del mundo. Madres de la Candelaria -que cumplirá en marzo próximo dos décadas de existencia- agrupa a 886 madres de Medellín que buscan incansablemente a sus hijos desaparecidos en el contexto del conflicto armado en Colombia.

Reconciliarse con los verdugos

-¿Usted ha tenido contacto con los victimarios?

-Sí, con muchos. Por ejemplo, con Fre-dy Rendón, que fue el que mató a mi padre con un empalamiento. ¡Es la muerte más horrible que pueda pasar! ¡Es lo más duro!

-¿Habló con él?

-¡Sí, claro! Como él no me daba la cara, me le metí a la celda, una habitación de cuatro metros cuadrados. Y me le senté...

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