Dominio priista

AutorJesús Cantú

El PRI ya dejó claro que hará valer dicha mayoría y, por lo tanto, no dejará pasar nada con lo que no esté de acuerdo, e inclusive se dará el lujo de establecer los tiempos, como ya precisó Manlio Fabio Beltrones, líder de la fracción tricolor en la Cámara de Diputados, ante la pregunta de si la reforma laboral estaría lista antes del 1 de diciembre.

En el pasado, incluso cuando estuvo en minoría, el PRI tuvo la habilidad de marcar las pautas, con prácticas no plausibles pero sin duda efectivas, en la negociación en paquete de diversos temas, con lo cual lograba obtener beneficios, a veces a cambio de futuros apoyos que en varias ocasiones no se concretaron.

Basta recordar cómo, en octubre de 2003, los priistas vendieron a los panistas el apoyo al incremento del IVA a cambio de imponer sus condiciones en la integración del Consejo General del Instituto Federal Electoral, lo que a la postre se tradujo en la exclusión de los partidos que ahora conforman el Frente Progresista. Los priistas consiguieron lo que deseaban, colocar a cinco de los nueve integrantes, y finalmente rechazaron la propuesta de reforma fiscal que presentó el entonces presidente Vicente Fox.

Pero no es el único ejemplo de cómo mezclaban diversos temas para lograr sus propósitos: Recuérdese aquel polémico acuerdo suscrito por los presidentes del PAN y del PRI, con la firma en calidad de testigo del entonces secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, en el cual el blanquiazul se comprometía a no ir en alianza con la izquierda en las elecciones para gobernador del Estado de México. Y apenas el miércoles pasado, en una mesa radiofónica, el ahora líder de los senadores priistas, Emilio Gamboa, argumentó que si no aprobaron la reforma laboral en la pasada legislatura fue por las alianzas electorales entre el PAN y la izquierda en los comicios estatales.

Es evidente que para el PRI el fin justifica los medios y que es capaz de sacrificar las mejores iniciativas para el país en aras de mantener o ampliar sus privilegios, o simplemente cumplir sus compromisos con las fuerzas que lo apoyaron para regresar al poder. Para los tricolores no existe la lógica de cada asunto en sus méritos, es decir, en función de sus defectos y bondades, sino que en su pragmatismo extremo pueden negociar un asunto por otro, siempre y cuando se traduzca en un saldo positivo para su partido, sus militantes y/o sus simpatizantes, aun cuando vaya en demérito del bienestar general.

Por otra parte, el PRI...

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