"Don Giovanni" o el disoluto absuelto

AutorEstela Leñero Franco

José Saramago, sobresaliente en el campo de la narrativa (de ahí sus múltiples reconocimientos), no tiene nada que hacer en la dramaturgia, donde cae estrepitosamente, particularmente en este Don Giovanni o el disoluto absuelto (2005), que poco aporta y mucho aburre. Cuatro obras más acompañan su quehacer teatral: La noche (1979), ¿Qué haré con este libro? (1980), La segunda muerte de Francisco de Asís (1987) y En el nombre de Dios (1993), única llevada al escenario.

La leyenda sevillana del don Juan se escenificó por primera vez (algunos afirman que existe una anterior) bajo la pluma de Tirso de Molina entre 1612 y 1625, con el título de El burlador de Sevilla y convidado de piedra. Tanto para este autor como para muchos otros del teatro clásico, don Juan es siempre castigado y mandado al infierno a causa de sus múltiples conquistas, abusos y engaños: tal es el caso de las obras de Moliere, Azorín, Mara-ñón, Lord Byron, Espronceda, Pushkin, Zorrilla. Las visiones contemporáneas han actualizado esta visión y propuesto diferentes resoluciones lejos del mensaje moral acostumbrado. José Saramago siente la necesitad de cambiar este final condenatorio para don Giovanni y se rebela, como es su costumbre, contra la religión y el sistema social establecido, perdonándolo "gracias al amor", pero nunca desarrollando dramáticamente su hipótesis. El salto mortal es intempestivo, mirar a una joven le hace sentir el amor, y todo lo borra: la repetición típica de la trama se cumple, la sigue como se ha escrito (aderezando los hechos con mujeres vengativas), y de repente impone otro final. No hay justificación, no hay proceso de transformación del protagonista...

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