La droga

AutorJavier Sicilia

Según ellos, esa experiencia mística era fruto del keykon (mezclar) -un brebaje preparado con la sustancia psicoactiva del hongo del cornezuelo (el LSA, precursor del LSD, sintetizado por Hofmann) -, cebada y menta. Esta droga (una voz andaluza que degradó el sentido original de farmakon -veneno o remedio-, de donde viene "farmacia"), tanto como aquellas que se han dado en llamar drogas místicas (opio, peyote, hongos, incluso la mariguana, en algunas de sus variedades) no son, en consecuencia, sustancias alucinó-genas -que producen falsas imágenes-, sino sustancias que abren el campo de la percepción y permiten entrar en los misterios trascendentes, como lo hacen los místicos mediante prácticas ascéticas de naturaleza espiritual. De allí que el poeta Baudelaire afirmara al mismo tiempo que la droga es una manifestación de nuestro amor por el infinito, pero también una experiencia que le permitió ver el banquete, pero nunca participar de él.

En este sentido, las drogas son un poder. Por ello en la antigüedad, o en algunos pueblos amerindios, su uso se circunscribía a ritos iniciáticos que sucedían o suceden en determinadas épocas del año y eran o son conducidos por guías que conocen sus caminos y sus significaciones.

Se dice que Platón, al igual que Píndaro, Aristóteles y muchos griegos más, fueron por lo menos una vez a Eleusis.

Se dice también que de la experiencia de Platón con el keykon surgió su mito de la caverna y el fundamento de la metafísica de Occidente.

El propio Hofmann, que al igual que Stanislav Grof-el creador de la psicología transpersonal- tuvieron varias experiencias con el LSD; lo utilizaron, con magníficos resultados, hasta la prohibición de las drogas, para tratar, en una experiencia de muerte-resurrección, a enfermos en estado terminal. Iván Illich utilizaba el opio como un medicamento para el "cáncer", algo que le permitió vivir y darnos obras fundamentales sobre el sentido de la existencia. Baudelaire, Huxley, Carlos Castaneda, Octavio Paz, entre otros, utilizaron la droga, como Platón o Píndaro, para explorar los misterios del trasmundo y de la trascendencia.

Por desgracia la modernidad, que Zygmunt Bauman definió como una "sociedad líquida" -habría que agregar licuante-, no sólo ha degradado el misterio, volvió los poderes de la droga una mercancía atroz. Desencadenado, como lo hizo la fisión del átomo con la energía, de su lugar en el mundo, el poder de la droga se volvió, semejante al alcohol y al tabaco...

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