La dura

AutorPablo Giuliano

SAO PAULO.- "Dilma, necesitas perder esa cara de oficinista para estar más identificada con el pueblo". Esa fue la instrucción que en marzo de 2008 le dio el presidente Luiz Inácio Lula da Silva a su jefa de gabinete Dilma Rousseff, poco carismática y sin arrastre popular. Ya entonces Lula apostaba por ella como su su-cesora, un proyecto que en aquel momento sonaba descabellado, incluso para los colaboradores más cercanos del mandatario. La "cara de oficinista" de Rousseff, de 62 años, fue transformada con una cirugía estética y lentes de contacto. La gimnasia matinal y la ropa simple y colorida entraron en la agenda de la llamada gerenta general del gobierno. Su imagen subió en las encuestas y el corolario de aquella orden de Lula fue el lanzamiento de su candidatura a la presidencia por el Partido de los Trabajadores (PT), el sábado 20.

La "dama de hierro", con perfil administrativo, ahora sonríe y está técnicamente empatada en las encuestas con el hasta ahora favorito, el gobernador de Sao Paulo, José Serra, único precandidato del opositor Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB).

Con la nominación de Rousseff, Brasil tiene a su primer candidato presidencial para las elecciones del 3 de octubre próximo. Serán las primeras desde el fin de la dictadura militar, en 1985, en las que no participará Lula, el mandatario más popular de la historia del país, según las encuestas, que le otorgan 81% de aprobación. Sin embargo, está impedido constitucionalmente para intentar una tercera gestión consecutiva. Pero así como será la primera vez que se realicen elecciones sin Lula como candidato (lo fue en 1989, 1994, 1997, y en los victoriosos 2002 y 2006), también será el debut en la liza electoral de Rousseff. Su perfil es sui generis: economista de profesión, divorciada dos veces, madre de una hija, sin pareja estable, exguerrillera, presa política de la dictadura por casi tres años, víctima de torturas durante 30 días y pilar de la política de energía y obra pública del gobierno brasileño.

La ministra más poderosa del gobierno de Brasil nunca había sido candidata a ningún cargo de elección popular. Apenas en 2001 se afilió al PT tras abandonar el Partido Democrático Laborista (PDT), del fallecido caudillo de la izquierda nacionalista Leonel Brizola.

Cuando Lula pensó en ella para suceder-lo, dejó boquiabiertos a los históricos aspirantes de su partido. Las posibles resistencias internas fueron eliminadas en el Cuarto Congreso del PT, que proclamó en Brasilia a Rousseff como la primera candidata para lo que los analistas llaman "el post Lula".

Por su pasado y su presente, propios y ajenos consideran que Rousseff es una mujer dura. "Me da risa que digan que soy una mujer dura. Parece que los hombres con los que trabajo todos los días fueran débiles. Y a ningún hombre se le dice que es duro. Sólo a las mujeres", respondió en noviembre último durante una entrevista en Sao Paulo con varios periodistas de prensa extranjera, incluido este corresponsal.

En ese encuentro Rousseff lucía sin tapujos una peluca para disimular los estragos ocasionados por el tratamiento con quimioterapia al que se sometió durante cinco meses en 2009 para superar un cáncer linfático que se le descubrió en mayo de ese año. De acuerdo con los médicos el padecimiento ya remitió. Desde enero volvió a mostrar su cabello natural.

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