Eduardo, el timador

AutorCésar Bianchi

MONTEVIDEO.- Eduardo Galea-no los engañó a todos.

En cada obituario publicado en el Cono Sur, en toda América Latina y en España, se repite como un mantra que el célebre escritor uruguayo tenía como su segundo hogar el Café Brasilero, un bar abierto en 1877 en pleno corazón de la Ciudad Vieja de Montevideo. Y que ahí bebía café todas las tardes.

Pero no. Hacía por lo menos cuatro años que Galeano, aquejado por un cáncer de pulmón y otros achaques atribuibles a la edad, tenía terminantemente prohibido el café, el té y el mate, una infusión tan oriental como José Artigas. Desde 2010 Galeano había cambiado el café negro por jugo de naranja y cuernitos.

Por lo demás, todo lo que se dice es cierto: elegía siempre la mesita que daba sobre el ventanal que da a la calle Ituzain-gó, tomaba un diario y hacía anotaciones en una libreta de apuntes. Es verdad que el Café Brasilero era su segunda casa. Como es cierto que era un fanático del café... hasta que el médico lo regañó. Tanto así, que hoy sus dueños ofrecen a los clientes el "café Galeano" -según se puede leer en un pizarrón en la acera-, que tiene café, amaretto, dulce de leche, crema y chocolate rallado.

La huella de Galeano en el lugar es in-disimulable. Detrás de la barra hay una suerte de altar dedicado al autor de la trilogía Memoria del fuego con cuatro fotos juntas, como si formaran un collaqe. En una, en blanco y negro, está él en su mesa de siempre, junto a la ventana; se destaca la boina que siempre lo acompañaba y se adivinan algunos rasgos de su rostro, pero no sus ojos celestes. En otra, a color, también está él contra la ventana, pero está leyendo un periódico, como despreocupado del lente. La boina es azul y lleva puesto un saco verde. En la tercera foto está afuera, parado, con una mano en jarra y la otra en el bolsillo, ensayando una media sonrisa. Y en la cuarta se destaca el nombre del bar y puede distinguirse su sombra del otro lado de la ventana.

No sólo detrás de la barra hay fotos de Galeano. Las paredes del histórico bar rezuman pedacitos de idiosincrasia riopla-tense: hay fotos de Carlos Gardel; del argentino Aníbal Troilo; de Canaro; de "La Cumparsita" de Mattos Rodríguez; del compositor de tangos Horacio Ferrer, fallecido el año pasado en Buenos Aires; del escritor Felisberto Hernández; de Galeano (obvio) y de su amigo Mario Benedetti.

Una curiosidad: una suerte de cuadro vidriado muestra una foto de Benedetti sentado a la mesa que desde hacía más de 25 años había...

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