Elecciones intermedias, resultados ambivalentes

AutorOlga Pellicer

Esta vez, las elecciones intermedias no pueden verse bajo ese prisma. Ahora se encuentra al frente del ejecutivo la personalidad más polémica y repudiada que ha ocupado ese puesto en la historia contemporánea de los Estados Unidos. Las sospechas sobre las condiciones en que llegó al poder (¿lo ayudaron los rusos?); su animosidad hacia actores destacados de la vida política estadunidense, como son los medios de comunicación; el rompimiento de las reglas más elementales para tomar decisiones teniendo en mente la opinión de su gabinete; el comportamiento reprobable en la arena internacional que ha llevado al distan-ciamiento de los aliados tradicionales de Estados Unidos en el mundo occidental; las acusaciones sobre conflicto de interés entre la conducción del gobierno y sus intereses económicos particulares; su negativa a tomar en serio la amenaza del calentamiento global, son sólo algunos de los motivos de profunda perturbación en la vida política estadunidense desde enero de 2017.

Por todo lo anterior, las elecciones intermedias de 2018 tuvieron un carácter excepcional. Fueron vistas por la opinión pública y la mayoría de medios de comunicación como un referéndum sobre la idoneidad de Donald Trump para conducir al país más poderoso del mundo. Sin embargo, la respuesta proporcionada por las urnas no fue contundente. Cierto que hubo un importante avance del Partido Demócrata al haber ganado la mayoría en la Cámara de Representantes del Congreso, pero cierto también que los republicanos lograron victorias que no permiten concluir en el sentido que se ha iniciado el final de Trump.

Fueron resultados ambivalentes por los siguientes motivos: la solidez del voto duro de la clientela electoral de Trump, que se mantuvo en el 40% ya conocido. A ello se sumó el grado en que el magnate consiguió inyectar en la totalidad del Partido Republicano las ideas centrales de su discurso basado en el racismo, la xenofobia y el miedo frente a las amenazas que se ciernen sobre la población blanca en los Estados Unidos por la llegada masiva de centroamericanos, decididos a ingresar al suelo americano para interrumpir su tranquilidad, asesinar, robar y crear el caos. Semejantes afirmaciones, descabelladas y claramente falsas, fueron sin embargo transmitidas y engrandecidas por los candidatos republicanos. El partido, en su conjunto, asumió el discurso del odio, el miedo y la exclusión.

Por otra parte, si bien se perdió la mayoría en la Cámara de Representantes, la...

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