El embate transgénico contra los derechos culturales (Segunda y última parte)

AutorJorge Sánchez Cordero

El cristianismo no hizo menos en ese sentido. En su afán uni-versalizante, en el Concilio de Jerusalén (52 dC) abandonó las proscripciones sobre los alimentos, si bien conserva el ayuno y la transustanciación como su eje.

La historia registra en forma recurrente el espacio privilegiado que los valores religiosos, morales y sociales conceden a los alimentos. Éste es otro elemento de convicción, otro más, que demuestra que, más que una simple necesidad biológica, el alimento es un activo cultural.

En el ámbito universal, una parte significativa de la legislación alimentaria no hace más que reñejar las convicciones culturales y morales de una sociedad. Así, nadie se puede llamar a sorpresa si Israel prohibe la importación de carne y Arabia Saudita la de leche pasteurizada, y menos calificar estas medidas como proteccionistas.

El alimento como comercio

Empero, el alimento también es comercio: nuestra época ha sido testigo de las tensiones crecientes entre éste y la cultura en todos los niveles. El aserto es fácilmente identificable desde la firma del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT por sus siglas en inglés) en 1947 y del Acuerdo Fundacional de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 1995.

Con el paso del tiempo se ha tratado de debilitar la función cultural del alimento. La mejor expresión de ese embate es la conceptualización del campo como una fábrica y su rechazo como una forma de vida. Esta conclusión puede inferirse de la discusión multifuncional acerca de la agricultura, de las "características esenciales" del alimento tradicional y de las "indicaciones geográficas" que se contienen en el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (TRIPS por sus siglas en inglés), aprobado en abril de 1994, y en el Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (MSF) que entró en vigor al quedar constituida la OMC. Los acuerdos de dicho organismo son de gran relevancia, ya que constituyen el fundamento jurídico del sistema internacional de comercio. (Tania Voon)

El acuerdo MSF es un documento primario para entender el desplazamiento de la cultura por el comercio. El documento relegó tradiciones centenarias y tesituras nacionales respecto del alimento y la seguridad alimentaria. En ese orden, su objetivo es indubitable: la eliminación de medidas proteccionistas que pudieran disfrazarse de requerimientos sanitarios y de salud pública, los cuales son más sutiles que las tarifas aduaneras.

En el mismo acuerdo se dispone que una restricción comercial debe obedecer exclusivamente a "principios" y "análisis científicos" que provean suficiente "evidencia científica" de riesgos alimentarios; estándares que deben demostrarse y que ya han sido predeterminados por la Comisión Mixta OMC/FAO del Codex Alimentarius, instancia internacional competente. La ciencia, se sostuvo, apuntala criterios de objetividad y certidumbre. En contraste, la cultura -se prejuzgó- carece de esos elementos.

Desde el inicio el US Grains Council tuvo una presencia significativa por razones obvias. El MSF era un instrumento que había que privilegiar sobre cualquier otro, porque con ello se obtenía la anhelada uniformidad del mercado mundial sin restricciones.

Los reclamos de las comunidades indígenas en el ámbito universal relativos a la protección del conocimiento tradicional hicieron patentes de nueva cuenta las tensiones entre cultura y comercio; esas consideraciones tuvieron una respuesta en la Convención sobre la Biodiversidad Biológica (Diario Oficial...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR