"Encerrados", Los documentos que hicieron luchar a Emiliano Zapata

AutorJaime Luis Brito

CUERNA VACA, MOR.- La razón de Emiliano Zapata para lanzarse a la lucha revolucionaria junto con los pueblos surianos fue el mandato de su pueblo, Anenecuilco, que por usos y costumbres lo designó defensor de las tierras que históricamente les pertenecían.

Esas tierras, recuperadas en 1915, fueron esquilmadas por la Reforma Agraria en 1919-1920. Sin embargo, el espíritu comunitario de Anenecuilco y del propio Zapata -expuesto en el Plan de Ayala-, fue la obsesión de vida de Francisco Chico Franco, guardián de los títulos primordiales que daban carácter jurídico a la lucha zapatista.

El valor de los documentos, su peso histórico, cultural y político, no ha sido suficiente para que se abran a consulta. Desde 1991 los documentos que estudió Zapata están ocultos en una caja fuerte en el Museo Casa de Anenencuilco. Ni las constantes demandas de Jesús Sotelo Inclán antes de su muerte ni la exigencia de varios historiadores en el Año de Emiliano Zapata (2019) han bastado para que el gobierno los exhiba en un escenario digno.

Raíz y razón

El 12 de septiembre de 1909 hubo una nutrida asamblea en Anenecuilco, municipio de Ayala, Morelos. La gente mayor le pidió a los más jóvenes que se hicieran cargo de la defensa de las tierras, pues ya estaban cansados de las constantes invasiones y despojos de los hacendados. Emiliano Zapata, entonces de 30 años, fue propuesto como líder y aceptó el mandato comunitario "siempre que fuera apoyado por todos", relata Jesús Sotelo Inclán en su Raíz y razón de Zapata.

Así, Zapata fue elegido presidente de la Junta de Defensa de las Tierras. Ahí mismo se eligió, de entre los presentes, al secretario. El propio Emiliano propuso a su primo hermano, Francisco Franco Sa-lazar, a quien todos en Anenecuilco conocían como Chico Franco. Como vocal de la Junta fue nombrado José Robles.

Terminada la asamblea "los viejos llamaron aparte a Emiliano y le entregaron los papeles que guardaban", dice Sotelo Inclán. Los documentos eran nada más y nada menos que los Títulos Primordiales, es decir, las Cédulas Virreinales que restituían la propiedad de las tierras a la gente de Anenecuilco durante la Colonia. Los documentos conservan aún hoy su valor jurídico respecto a la propiedad social de la tierra.

Desde ese 12 de septiembre, "en el fondo, Zapata no creía ya en trámites y sólo esperaba seguirlos por agotar los recursos legales", según Sotelo Inclán; en el fondo se gestaba ya la lucha por otras vías frente a la violencia institucional que los había...

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