Entregas en caliente

Paco Jones escuchaba los gemidos de la libélula que estaba siendo penetrada por el pulgón mientras ella le lamía el miembro al alacrán. El mensajero estaba muy excitado. Además, las sustancias psicotrópicas que, sin saber, había consumido al comer del pastel de zanahoria, estaban haciendo efecto. De pronto olvidó que su cuerpo era tan solo un disfraz de la película "Hombres de negro 5". Sintió en sus costados sus alas rígidas y crujientes de cucaracha y se relamió las patas largas y peludas que le surgían del pecho mientras se dirigía a la esquina de los gemidos.

No había dado más de dos pasos cuando el enorme negro convertido en escarabajo, quien lo había librado de los agentes que lo perseguían, lo agarró de la cintura y comenzó a restregar su gigantesco miembro contra sus nalgas.

Instintivamente, Paco accionó una palanca que tenía en el costado y una pulpa pegajosa y maloliente, ideada por el departamento de efectos especiales para cuando los bichos fueran aplastados, salió disparada a los ojos del escarabajo librando a Jones de perder su hombría.

El camper se había convertido en un concierto de gemidos y zumbidos. Por todos lados había enjambres de unos montados sobre otros; una fusión erótica de insectos y humanos que se devoraban las tetas y los penes con un apetito desenfrenado.

En una esquina había una mantis religiosa con las piernas abiertas siendo penetrada por una avispa. Mientras gemía, la mantis enrolló sus piernas en el tronco de la avispa formando un candado para que no se librara. La avispa estaba feliz penetrando hasta al fondo a la mantis, pero no se dio cuenta de que le estaban devorando la cabeza.

En otra esquina, la abeja africana le había encajado su...

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