Entregas en caliente / Enemigos íntimos

Lupita siente cómo se le escapa la existencia. Ha pasado del mayor placer que ha experimentado en su vida a toparse con la muerte. Está a punto de perder el conocimiento. Ha pataleado y se ha sacudido como nunca. Su cuerpo está muy confundido. La sangre no sabe hacia dónde viajar, si a las exuberantes partes sexuales o a los músculos que luchan por sobrevivir. Nunca antes había vislumbrado en la mirada de Peyton un destello tan claro de furia y de maldad. Ahora sí, tiene el temor de que la está matando.

Peyton aprieta cada vez más sus manazas. El placer que siente al estrujar el cuello es proporcional al placer que siente su miembro con las sacudidas violentas del cuerpo de Lupita. Es en estos momentos cuando comprende porqué está tan enamorado de ella, porqué renuncia incluso a disparar contra los indocumentados. La excitación que le causa follar con Lupita es mucho mayor que cualquier otra aventura.

El asesino libera el cuello de la ex porrista. Lupita jala una bocanada de aire y luego otra. Solloza mientras se le escurren las lágrimas.

-¿¡Qué te pasa, imbécil?! Casi me matas -grita Lupita cuando su respiración alcanza la normalidad.

-Ya pasó, ya pasó -responde Peyton acariciando la cabellera de Lupita.

-Se te pasó la mano. Un día me vas a matar -reclama ella pensando que ya no habrá ninguna otra oportunidad. Antes de que él le vuelva a poner las manos en el cuello, ella se encargará de eliminarlo.

-No sabía que estabas enterada de lo que hago en la frontera -comenta Peyton fingiendo naturalidad.

-Todo mundo lo sabe -agrega Lupita.

-¿Me vas a delatar? -pregunta Peyton preocupado.

-¿Para qué? Si las autoridades están coludidas. De nada sirve -contesta Lupita.

Los amantes se miran a los ojos seriamente unos segundos. La tensión se incrementa hasta que ella decide...

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