Entregas en caliente / Gang Bang

Amara Escobar podría haberse dejado llevar por la música del organillo que resonaba sobre su cabeza mientras el organillero le daba vueltas a la manivela luchando para no terminar dentro de la boca de la mujer ardiente, pero la música sonaba tan arrítmica que no se podía concentrar en alcanzar su primer orgasmo del día.

Podría haber hecho un esfuerzo por sentir cómo el miembro tieso del ayudante del organillero se incrustaba dentro su vagina, cómo le estrujaban las tetas, la zarandeaban de la cintura, pero perdió la concentración cuando el organillero dejó caer el instrumento y decidió que lo que Amara necesitaba era una doble penetración, así que se metió debajo de la señorita y la penetró por el mismo orificio que ya estaba ocupado mientras le mordía las tetas.

Amara nunca había tenido dos penes dentro de su vagina al mismo tiempo; nunca había follado al aire libre a plena luz del día y ahora lo hacía a un costado de la Catedral Metropolitana, en la esquina de la Unión de Trabajadores no Asalariados y Oficios Varios del Zócalo.

Las bocinas de los autos que circulaban por las calles Plaza de la Constitución y Monte de Piedad resonaban mostrando la excitación que sentían por la escena. Se formó un círculo de mirones a su alrededor que ahora gozaba la desfachatez del trío que se revolcaba sobre la banqueta.

Amara no alcanzó su primer orgasmo de los nueve que deseaba para el día, cuando el ayudante de organillero decidió que era más cómodo penetrar a la señorita por el ano mientras su compañero explotaba dentro de la vagina.

Tampoco sintió nada cuando llegó el plomero y empujó al ayudante de organillero para arrodillarse él y penetrar a la señorita con un miembro más largo y más ancho.

Podría haber sido excitante para Amara observar cómo el pega azulejos se bajó la bragueta y se sacó la pinga, seguido del cerrajero, el albañil, el herrero, el electricista, el carpintero, el destapa-caños, el tapicero, el rotulador y el jardinero.

Eso es justo lo que Amara estaba deseando, diez hombres calientes con sus miembros al aire como si fueran bayonetas apuntándola a ella, esperando su turno para que Amara los estimulara con sus manos y se los llevara a la boca mientras la penetraban.

Se le echaron encima de a montón.

Amara estaba convencida de que con este Gang Bang alcanzaría orgasmos inimaginados, pero por más que los trabajadores la penetraron por todos lados y eyacularon sobre su rostro excitados viéndola comerse sus fluidos, ella no sintió nada.

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