Entregas en caliente / Pánico en el call center

Quienes han trabajado en un call center saben que la presión no es poca. Llamada tras llamada de clientes insatisfechos que comienzan exigiendo un mejor servicio o la reclamación de una garantía y terminan confesando que hace tres años que no follan o que a veces quisieran masturbarse con la punta de un plátano untado con cajeta.

No es un trabajo sencillo. Significa ser el basurero de las frustraciones ajenas. Jornadas laborales llenas de reclamos, insultos o confesiones inauditas.

Pero trabajar en el call center del Orgasm 4000 significa otra cosa. Hombres y mujeres jóvenes, contestan llamadas de clientes felices, que quieren saber cosas como las siguientes:

-¿Puedo usar el Orgasm 4000 junto con mi perro Pomerania?

-¿El Orgasm 4000 es portátil? Lo quiero llevar a mi campamento cristiano este verano.

-¿Puedo meterlo a una tina llena de leche deslactosada?

-¿Puedo usarlo si soy vegetariano?

Y además de las preguntas absurdas lo que más adoran los trabajadores del call center, u orgasm center como lo llaman, son las agradecidas llamadas anecdóticas: la señora de 90 años que lleva meses excitada mientras ve películas de Mauricio Garcés, el Godínez que conectó su Orgasm 4000 al escritorio donde trabaja y cada que suena el teléfono recibe una descarga de adrenalina erótica, la pareja que llevaba años sin tocarse y encontró en el aparato milagroso la cura para su indiferencia sexual.

Hoy todo eso ha terminado. Horas y horas de relatos eróticos que fácilmente podían confundirse con una hot line se han transformado en una sola palabra: crisis.

Los teléfonos no dejan de sonar. Los clientes enojados llegan a las instalaciones e impiden la salida de los empleados. Y lo peor es que no exigen reembolsos, no quieren su dinero de regreso, eso sería sencillo. Quieren que el Orgasm 4000 siga funcionando como siempre.

-No puedo...

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