Entregas en caliente / La reconquista

Toro Navy está tan furioso como preocupado. Es el dictador de una isla perdida que no le interesa a nadie. Su poder es tan grande, que todos los habitantes del lugar sólo se comunican en sánscrito. Aunque están en la miseria, pues la isla recibe una gran cantidad de huracanes y produce muy poco, Toro Navy siente el poder que significa gobernar sobre todos los isleños. No lo hace sólo por el placer que implica que a uno lo obedezcan sin reparos, que estén dispuestos a cumplirle cualquier capricho o que sólo deba señalar con un dedo a cualquier habitante para tenerlo desnudo en su habitación. Toro Navy ha practicado muchísimas posiciones sexuales. Una diferente cada día. Con una persona diferente cada vez. No, Toro Navy no es un gobernante déspota por ninguna de estas razones sino por venganza. Su padre nunca quiso reconocerlo y él tuvo que salir adelante a solas.

Hasta ahora, pues un enorme crucero lleno de viejos y colombianos acaba de encallar en su isla. Un crucero que, entre otras cosas, iba capitaneado por Ricky. Y sí, Ricky es un chofer experto... de taxis, pero de navegar enormes embarcaciones poco sabe. Tanto, que acaba de meterse hasta varios cientos de metros dentro de la isla.

Como todos saben, el capitán de un barco es la máxima autoridad dentro del mismo. Y a él se dirige Toro Navy. El problema es que no se entienden. Parece una comedia. Desde la cubierta superior, Ricky grita en español y en inglés. Desde una tarima puesta entre dos árboles (porque el dictador no iba a estar más abajo que el capitán), Toro Navy le responde en sánscrito. No se entiende nada. Entonces Ricky comienza a hacer mímica, como cuando jugaba para adivinar...

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