La epidemia de la posverdad

AutorRicardo Raphael

Un hombre mira un número dibujado sobre el suelo y dice en voz alta: "seis". Enfrente, otro observa el mismo trazo y, sin embargo, grita: "nueve". Ambos se hallan alterados porque cada uno está convencido de que tiene la verdad. En la parte baja de la imagen aparece un reproche: "Solo porque tú estás en lo correcto, no significa que yo esté equivocado. Cabe que no hayas visto la vida desde mi punto de vista".

Se trata de un mensaje que ha viajado con gran aceptación a través de las redes sociales. Un meme que quiere convencer sobre la posibilidad de que dos verdades contradictorias pueden cohabitar amablemente, siempre y cuando las personas que las defienden se traten con generosidad y comprensión.

No obstante, hay una trampa en este gráfico: aproximarse a la verdad no suele ser un asunto relacionado con los buenos modales. O bien la Tierra es plana, o es redonda. O bien gira alrededor del Sol, o no lo hace. Sin importar cuán grande sea la condescendencia entre los seres humanos, los argumentos falsos seguirán siendo falsos y no es honorable ofender la inteligencia humana exigiendo indulgencia. Aceptar como ciertas dos verdades antagónicas -por un supuesto arreglo basado en la mutua cortesía- termina significando una mayor falta de respeto hacia el otro que considerar las razones de cada quien en función de lo que verdaderamente pesan.

Después de escuchar una composición de Beethoven un hombre dice en voz alta: "¡Maravillosa la Sexta Sinfonía!" Junto a él otro asistente al concierto refuta con vehemencia: "Perdone, pero lo que venimos de escuchar es la Novena". Los dos se obcecan al punto de olvidar las preguntas fundamentales: ¿Se trató de una pieza introspectiva, sutil y reflexiva, o de una música heroica y libertaria? Si fue lo primero, era la Sexta Sinfonía, La Pastoral. De lo contrario fue la Novena, que desde 1972 es el himno del continente europeo.

Una enfermedad compleja de nuestra época es el relativismo que quiere considerar como equivalentes piezas de información que no lo son. Es la epidemia de posverdad que tiene como constante el menosprecio por la evidencia, los hechos y los elementos objetivos del contexto. Cuando lo verdadero y lo falso pueden ser confundidos masivamente llegó el momento de preocuparse por la civilización. Afirma Barack Obama: "Si todo parece lo mismo y no somos capaces de hacer distinciones, perdemos la capacidad para saber lo que vale la pena defender y tampoco sabremos por qué luchar".

Contrario a lo que promueve el gráfico de los dos señores alterados, los síntomas de la posverdad afectan la posibilidad de habitar en la misma comunidad porque las creencias individuales, la fe o las emociones íntimas adquieren ancla absoluta en la conversación. Esta enfermedad provoca que el monólogo...

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