El espectro de la censura en el siglo XXI (Primera de dos partes)

AutorJorge Sánchez Cordero

En el año 1564 el Papa Pío IV le ordenó al destacado pintor y escultor manierista Daniele da Volterra que ocultara las partes pudendas en los desnudos del Juicio Final que Miguel Angel Buonarrotti había trazado en la Capilla Sixtina de Roma. El artista ejecutó el mandato papal, pero a un alto costo para su prestigio: a partir de entonces fue ridiculizado con el apodo de Il Braghettone, que puede entenderse como confeccionador de pantalones.

Más de cuatrocientos siglos después, en la segunda mitad del siglo XX, esos añadidos habrían de ser eliminados como parte de una serie de trabajos de restauración artística que culminaron en abril de 1994, cuando Juan Pablo II los declaró concluidos.

El mismo acto de censura tuvo lugar en 1624, bajo el reinado del intolerante Cosme III, en la Capilla Brancacci de la Iglesia de Santa Maria del Carmine, en Florencia, donde los frescos deTom-maso di Giovanni, llamado Il Massacio (1401-1428), y Masolino da Panicale (1383-1440), que representaban a Adán y Eva desnudos y siendo expulsados del paraíso terrenal, mandaron ser cubiertos con imágenes de ramajes sobre los genitales. Éstas fueron removidas en 1980 con motivo de la restauración de la capilla.

En el Concilio de Trento (1545-1563) se acordó que la pintura en los recintos eclesiásticos debía enfocarse a instruir a la ignorante plebe, pero evitando imágenes desusadas. De ahí se acuñó la frase la pintura es la Biblia de los ignorantes. A partir de entonces el desnudo fue censurado de manera implacable por la Iglesia católica.

Los movimientos carcundos

En nuestra época, y de manera muy inquietante, en diversas partes del mundo se han multiplicado movimientos conservadores que impulsan actitudes de censura que se consideraban confinadas al arcano del tiempo.

Como parte de su colección permanente, el Museo Metropolitano de Nueva York (Met) alberga el cuadro Thèrese Dreaming, del pintor Baltasar Klossowski (Balthus), cuyas obras fueron catalogadas por los nazis como arte degenerado por su tratamiento estético de niñas púberes.

En noviembre último, la estadunidense Mia Merril se lanzó contra las pinturas de este artista polaco-francés por considerar que sus trabajos acusan una sexualización de muchachas prea-dolescentes. Por tal motivo, formuló una petición al museo, avalada por más de 9 mil adherentes, para que retirara este óleo o colocara una mención que advirtiera que algunos espectadores lo encuentran ofensivo e inquietante.

Más aún, Merril concluyó que con la exhibición de esa obra el Met podría estar respaldando el voyerismo y la cosificación de menores. El museo, sin embargo, se negó a retirar el cuadro, bajo el...

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