Espionaje y cooperación

AutorOlga Pellicer

El segundo motivo es la existencia de nuevas tecnologías que hacen al espionaje más intenso y a la vez más vulnerable. Intervenir teléfonos o infiltrar organizaciones son actividades tradicionalmente practicadas por gobiernos de países grandes y pequeños. Introducirse a los correos de millones de ciudadanos sólo es posible en la época de internet, y dicho acto es más agresivo en términos del ataque a la privacidad, vulnera más los derechos humanos y es más riesgoso; que hayan ocurrido las revelaciones de Snowden es prueba de esto último.

El tercer motivo de la atención reciente concedida al espionaje es el grado en que lleva a tomar conciencia de lo generalizado de dicha actividad y de las complicidades que se dan entre los diversos gobiernos para practicarlo. Difícil creer que no se realicen labores conjuntas entre los ahora indignados países europeos y Estados Unidos para fines, por lo demás muy comprensibles, relacionados con la vigilancia de los islamistas. En otras palabras, espiar es un verbo que debe conjugarse en primera, segunda y tercera personas del plural.

Como era de esperarse, las respuestas a las revelaciones de Snowden han sido bastante enérgicas principalmente en los casos de Dilma Rousseff y Angela Merkel.

La primera suspendió una visita de Estado a Washington y colocó el problema en el centro de atención de la Asamblea General de la ONU. Promovido por ella y la canciller alemana, se presentará un proyecto de resolución a dicha asamblea que condena las actividades de espionaje y pide la fijación de reglas y medidas que hagan imposible penetrar en la privacidad de las comunicaciones que se producen a través de los nuevos medios de comunicación.

Llama la atención que han surgido reacciones incluso al interior de Estados Unidos, donde el Congreso ha solicitado mayor información sobre cómo está operando la NSA. En el sistema de equilibrio de poderes existente en aquel país, ésta no puede ser ajena a la transparencia ni a sus responsabilidades frente al Congreso.

Con todos esos antecedentes, interesa detenerse en el caso mexicano. En opinión de muchos, las reacciones al espionaje dirigido a Felipe Calderón como presidente y a Enrique Peña Nieto en su campaña han sido notablemente moderadas, sobre todo si se les compara con el activismo de Rousseff. Es cierto, pero esta última tiene necesidades de política interna -elecciones que se avecinan y un descontento popular que no cesa-que le aconsejan mostrarse agresiva frente a la...

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