La esquizofrenia

AutorJavier Sicilia

Desde que en 2006 la violencia en México comenzó a recrudecerse de manera acelerada, la esquizofrenia social se ha ido instalando entre nosotros. El más reciente síntoma lo vivimos en las elecciones pasadas: mientras el gobierno continúa en su obstinación de no resolver el tema de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa; mientras en Tetelcingo, Morelos, la sociedad civil, acompañada de forenses de diversas instituciones, exhumaba más de 100 cadáveres de dos fosas clandestinas creadas por el propio gobierno y ponía así al desnudo las profundas complicidades del Estado con el crimen organizado y las desapariciones forzadas; mientras en el Museo Memoria y Tolerancia, en la Ciudad de México, Open Society Justice Initiative (OSJI) presentaba su informe sobre la responsabilidad del Estado mexicano y de Los Zetas en crímenes de lesa humanidad; una buena parte de la sociedad salía nuevamente a votar.

Con ello demostró que padecemos una grave distorsión de la realidad: nos negamos a ver que las partidocracias están profundamente corrompidas y son responsables directas de la violencia que vivimos. Padecemos también una grave certidumbre falsa: creemos que el PAN, el iniciador -con Felipe Calderón- del crecimiento de la violencia, de las desapariciones forzadas y las fosas clandestinas de las que está plagado el país, es ahora mejor que el PRI o el PRD, que las han continuado en el país y sus regiones. Sufrimos, por lo mismo, de una grave confusión mental: padecemos lo que un Estado corrompido en su esqueleto moral nos hace, pero lejos de refundarlo, lo reafirmamos en su poder de continuar dañándonos.

Nos sucede socialmente lo mismo que a ciertos pacientes con transtornos de personalidad: preferimos la enfermedad a aceptar la evidencia de nuestra condición y la dura terapia que tenemos que aplicarnos para sanar. El sufrimiento que implica seguirla nos es tan angustiante psíquicamente que optamos por mantenernos en el conocido horror de la enfermedad que nos llevará a la muerte.

Ciertamente es difícil aceptar que el país está derruido, que el Estado y sus instituciones se han convertido en aparatos criminales, que las partidocracias sólo buscan el voto para tener el privilegio de administrar nuestro dolor y maximizar sus capitales y los de sus socios, que, como lo demuestra el informe de la OSJI, la situación en México "satisface la definición legal de crímenes de lesa humanidad establecida en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (suscrito...

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