Estampas imaginarias sobre Julio Scherer

AutorArturo Rodríguez García

Desde las primeras páginas la novela lo menciona, por ejemplo, en un diálogo imaginario entre Denegrí y el jefe de comunicación de Gustavo Díaz Ordaz, Francisco Galindo Ochoa, a propósito del inminente cambio en la dirección de Excélsior.

Sabedor de la animadversión de Luis Echeverría hacia Denegrí, Galindo le recomienda en este diálogo que busque la dirección de Excélsior. El periodista admite no tener posibilidad por la fuerza adquirida por "la caterva de acólitos rojos que rodean a Becerra Acosta", el director del rotativo. Galindo secunda sobre la "camarilla de catequistas" que tienen sin cuidado a Gustavo Díaz Ordaz y suelta:

"Hasta simpatiza con algunos. De Julio

Scherer habla maravillas y hasta lo tutea. Se ha ganado su respeto porque no cobra embutes.

-A mí, Scherer no me traga, y eso que yo le enseñé a reportear -se quejó Carlos dolido-. Cuando me ha pedido algún consejo, o algún contacto internacional, nunca le regateo la ayuda. Pero sé que a mis espaldas me tacha de corrupto.

Poco después la novela plantea un encuentro en la residencia oficial de Los Pinos con la plana mayor del periodismo nacional. Convergen ahí José Luis Mejfas, Mario Hua-cuja, Alfredo Kawage, Ernesto Julio Teissier, a quienes se sumará Jacobo Zabludovsky. Todos se levantan a saludar a Denegrí, mientras Scherer permanece sentado sin festinar al recién llegado.

Sigue la novela: "Su cabello rebelde y una mirada intensa, cargada de voltios, que denotaba fuerza moral, inquebrantables principios y valor para defenderlos, parecía un poeta romántico infiltrado en una reunión de burócratas. Aunque las mujeres lo asediaban, era un monógamo empedernido. La rareza de su honestidad en un medio tan mercenario le había valido un apodo entre admirativo y burlón: El Mirlo Blanco".

La escena continúa, entre otras incidencias, con el arribo del jefe de prensa presidencial que expone los temas que deben abordar los presentes sobre el tercer informe de gobierno de Díaz Ordaz. Todos toman nota y sólo Scherer alza la mano para plantear la represión de estudiantes en Sonora y una posible ruptura de Díaz Ordaz con el general Cárdenas.

La intervención sembró inquietud y, en su mente, Denegrí piensa "típico de Scherer" que se las da de independiente; atribuye como táctica no recibir "embutes" a fin de "volar más alto" y se pregunta: ¿qué espera para enseñar el cobre?

La segunda parte de la novela, que el autor tituló "Contrapuntos", inicia justo en la recreación del homenaje a Rodrigo...

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