La extinción amenaza a los rohinya

AutorFrancesc Millán

COX'S BAZAR, BANGLADESH.- Cuando le preguntan por sus hijas, Rasheed Ahawad prende un encendedor, mueve la llama de un lado a otro y grita "¡petrol, petrol!" mientras simula con las manos el fuego de una hoguera. Pero cuando ve que ni los gestos ni las pocas palabras que sabe de inglés son suficientes para explicar su horror, suelta una parrafada en chitagoniang, la lengua de los rohinya. Y entonces rompe a llorar.

"Dice que los soldados birmanos rociaron su casa y las de sus vecinos con gasolina y les prendieron fuego", aclara el traductor, un muchacho que colabora con una ONG local en el campo de refugiados rohinya de Balukhali, muy cerca de la frontera de Bangladesh con Birmania. Rasheed se seca las lágrimas con desespero y habla ahora más fuerte. -¿Qué dice?

-Que aquel día el ejército de Birmania quemó a tres de sus hijas en esas hogueras. Antes las violaron y las decapitaron. -¿Él lo vio?

-Sí, escondido en el bosque. Quiso intervenir pero sus otros hijos se lo impidieron, porque si salía, lo mataban.

Ellas tenían 25,22 y 18 años; pero no fueron las únicas víctimas. Rasheed, quien dice tener 59 años y a ratos se acaricia una perilla larga y canosa que le baja hasta el pecho, calcula que al menos unos 90 habitantes de su aldea -que tenía unos 200- también fueron empapados de combustible y tirados al fuego después de ser asesinados por las fuerzas birmanas. Mujeres, hombres, ancianos, niñas y niños rohinya.

Y su relato podría ser el de todo un pueblo. Hace casi dos años la persecución contra los rohinyas -que pese a haber habitado varios siglos el mismo lugar no tienen estatus de ciudadanos y son considerados inmigrantes ilegales- se intensificó en el estado de Rakhin, en el oeste de Birmania, después de que, a modo de protesta, el Grupo Insurgente de Liberación Rohinya (ARSA) atacara varios puestos fronterizos.

La respuesta de las autoridades fue despiadada. Desde entonces, esta comunidad musulmana ha sido víctima de una brutal limpieza étnica a manos del gobierno birmano, de mayoría budista, que ha empleado la violencia para destruir sus aldeas y expulsarlos de sus hogares. Casi 90% de los rohinya han desaparecido de la región. Unos fueron asesinados; otros huyeron para salvar la vida.

La mayoría de estos supervivientes llegó a Bangladesh, que en la zona de Cox's Bazar -en el sureste del país- acoge a más de 1 millón de rohinyas en precarios campos de refugiados: chozas y más chozas que se amontonan sobre colinas defores-tadas y...

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