La fábrica misteriosa

Hace varias décadas trabajé de vigilante en una fábrica que estaba acá por la avenida Los Ángeles, aquí, en Monterrey.

Recuerdo que una vez llegó un chavo a la oficina de Recursos Humanos, no sé a qué negocio iba, pero sucedió una anécdota muy interesante.

Resulta que una de las licenciadas del departamento lo dejó en la salita de espera, donde tenían colgada en la pared un cuadro con la foto del dueño de la empresa.

Cuando llegó la señorita el chavo le preguntó: "Oiga, ¿y quién es ese señor?

Ella cuestionó el porqué de su pregunta, y él le soltó la siguiente respuesta: "Es que ayer este señor andaba en la noche aquí en la planta, como que estaba supervisando a los trabajadores, hasta me saludó".

La señorita, aún incrédula, le preguntó nuevamente: ¿Estás seguro de lo que dices?

"¡Claro! su cara es inconfundible!" -la chica se puso nerviosa y le dijo muy seria-"Es que él es el dueño de la empresa... y falleció hace como unos tres años".

El muchacho soltó una palabrota, luego se quedó callado y ese fue la última vez que se presentó a trabajar; renunció al siguiente día.

Pasaban cosas extrañas en esta fábrica, pues una noche en que daba un rondín en el área de pailería, escuché a mis espaldas un silbido muy fuerte y una voz ronca que gritaba: !Ehhhhhhhhh!.

Hacia el fondo de la nave trabajaban unos compañeros y voltearon muy asustados a ver el origen del ruido, pero yo sólo sonreí y me fui caminando en su dirección.

Cuando llegué con ellos me dijeron: ¿qué pasó, para qué tanto ruido?

Para que no se asustaran, les dije que había sido un compañero de nombre Raúl y que todavía estaba trabajando en su oficina.

Pero no era cierto...

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