Cómo fabricar culpables

AutorGloria Leticia Díaz

TECATE, BC- Paralizado, incapaz de hablar, Samuel recuperó la conciencia de que estaba vivo al escuchar las voces de cuatro militares que se reclamaban entre ellos: "¡Te pasaste! Ahora hay que deshacerse de él".

Sintió cómo lo bajaban del vehículo militar Hummer y lo dejaban en la arena del desierto. Sentía frío y a lo lejos escuchaba trinos de pájaros madrugadores.

Respiró hondo. Sus pulmones reaccionaron; su corazón, su mente... Aunque no podía gritar porque tenía la boca cubierta con vendas, ni parpadear, ya que sus ojos estaban clausurados con cinta adhesiva, ni mover sus extremidades atadas, sus intentos de moverse alertaron a los militares que pretendían abandonarlo. "¡Está vivo!", gritó uno de ellos.

Lo subieron nuevamente al Hummer y lo regresaron al cuartel del 28 Batallón de Infantería, con base en la localidad de Aguaje de la Tuna, en Tijuana.

Samuel Parra Quiroa, de 39 años, es el mayor de cuatro hermanos detenidos el 7 de abril de 2009, en un aparatoso operativo de la Policía Federal (PF) en Tecate. Los otros tres son César, de 31 años, y Abra-an y Adán, ambos de 24. A ellos se los llevaron con un grupo de 17 personas a un hotel de Tecate habilitado como cuartel, donde los presentaron como responsables de un atentado contra dos policías federales. La madrugada del miércoles 8 los trasladaron a Aguaje de la Tuna.

Ruth, hermana de los Parra Quiroa, relata la aparente resurrección de Samuel, quien permanece recluido con sus familiares en el penal de El Hongo, Baja California.

"A mi hermano le hubiera gustado contarle personalmente (a Proceso) su experiencia, pero cuando solicitamos al director de la cárcel (Andrés Chávez Martínez) que autorizara el ingreso de usted para hablar con los detenidos, respondió que está prohibido leer esa revista en la cárcel, y más aún el ingreso de sus reporteros", aclara.

"Los 21 de Tecate", como se conoció el caso, fueron vejados por agentes federales al detenerlos en el hotel Rosita; durante seis días los torturaron los soldados en su cuartel; cumplieron un arraigo de 80 días en el hotel Tijuana Inn y finalmente los encarcelaron en El Hongo, todo esto en Baja California, pero su expediente fue consignado a un juzgado de distrito en Tepic, Nayarit.

Se les juzga por homicidio calificado en grado de tentativa, delincuencia organizada, posesión de droga con fines de comercialización, portación de armas de fuego y posesión de cartuchos.

Cuando los militares iban a dejar el supuesto cadáver de Samuel en el desierto, apenas habían pasado dos días de torturas. "Antes de que lo dieran por muerto, me cuenta mi hermano, sufrió una sesión muy dura: lo tenían en el piso y desde una altura de unos dos metros se lanzaban los soldados sobre él. Caían sus botas en su cara, su nariz, su cuerpo. Ya le habían dado toques eléctricos, le habían puesto una bolsa en la cara y golpeado a la vez en el estómago y sus partes nobles; le jalaban las orejas con una especie de alezna de zapatero. Lo peor para él era escuchar a sus hermanos quejarse, ya no tenía ganas de vivir".

El 11 de abril, después de recorrer instalaciones militares y de la PGR en busca de los suyos y con amparos en la mano, Ruth fue la única familiar de "los 21" que vio a los detenidos en Aguaje de la Tuna:

"Entré escoltada por cinco militares. Conmigo iban mi abogado, el actuario y el defensor de uno de los detenidos. Nos llevaron a un subterráneo de techos muy altos, de unos ocho metros, sin ventanas, y en el fondo había una puerta cerrada. Junto a ella, una mesita y un...

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