La falaz relación del ejército con Evo Morales

AutorRafael Croda

BOGOTÁ.- No fue una casualidad que la primera medida de gobierno de la autoproclamada "presidenta constitucional" de Bolivia, Jeanine Áñez, haya sido cambiar a la cúpula militar y pedirles a los nuevos jefes de las fuerzas armadas hacer lo necesario para "mantener la paz" en el país.

Áñez, quien el martes 12 se declaró presidenta de Bolivia en una sesión del Senado carente de quorum, y luego juramentó el cargo ante una Biblia, depende literalmente del apoyo de las fuerzas armadas para mantener el poder.

Ahora, los seguidores del expresidente Evo Morales, quien renunció como jefe de Estado el domingo 10, luego de que los altos mandos militar y policial le sugirieron hacerlo, se movilizan en varias regiones para exigir el regreso del exgobernante de ascendencia aymara. La respuesta es la represión.

Durante las tres semanas de protestas que siguieron a las cuestionadas elecciones del 20 de octubre, en las que Morales supuestamente logró su reelección, hubo tre muertos, uno por semana.

Pero 48 horas después de la renuncia del líder indígena, hasta el martes 12, habían muerto cinco personas más -cuatro por impacto de bala- en medio de la "intervención conjunta" de las fuerzas armadas y la policía para contener las protestas, según aseguró la Defensoría del Pueblo en un comunicado.

Para el director del Centro de Estudios Superiores Universitarios de la Universidad Mayor de San Simón en Cochabamba -Boli-via-, Fernando Mayorga, las fuer-zas armadas de su país "pasaron, en cuestión de horas, de ser garantes de la Constitución a plegarse a la oposición y a recibir órdenes de autoridades constituidas ilegalmente, como la au-toproclamada presidenta Jeanine Áñez".

El doctor en ciencia política y gobierno dice a Proceso que, después de ese alineamiento, el ejército comenzó a actuar como "fuerza represiva" junto con la policía.

Mayorga considera que lo que ocurrió el domingo 10 en su país fue "un golpe de Estado no convencional" contra Evo Morales, cuya renuncia se produjo luego de que el comandante en jefe de las fuerzas militares, Williams Kaliman, le sugiriera renunciar.

Kaliman solía llamar a Evo "hermano presidente". En alguna ocasión se declaró "soldado del proceso de cambio" y llegó a definir a las fuerzas armadas como "anticolonialistas".

Estas expresiones en boca de un alto jefe militar eran impensables en Bolivia antes de la llegada de Evo Morales al poder, en enero de 2006, por la tradición gol-pista y represora de la institución castrense, cuyos más poderosos generales habían encabezado varias dictaduras militares entre 1964 y 1982.

Espejismo con el ejército

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