La familia es sagrada (III)

El 3 de abril de 2010 sería un día fatídico para Ignacio Coronel Villarreal.

En medio de la guerra con los hermanos Beltrán Leyva y con Los Zetas que querían apoderarse de la plaza de Guadalajara, Nacho tendría que pagar con sangre el mantenerse al frente del negocio de las metanfetaminas.

Se dice que un grupo de unos 30 pistoleros de Los Zetas llegaron al departamento 214 del condominio Green Bay, ubicado en Bahía de Banderas, Nayarit. Supuestamente se identificaron como policías e iban encabezados por un hombre llamado José Luis Estrada, alias El Pepino. A la fuerza se llevaron a Alejandro Coronel, de 16 años e hijo del capo, quien se encontraba vacacionando en el lugar, así como a Fernando Gurrola Coronado, ex dirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios. Ambos fueron ejecutados.

Fue un golpe muy duro para Nacho Coronel. Pero no se quedaría de brazos cruzados.

De acuerdo con el semanario RíoDoce, Nacho mandó dos días después a 60 hombres fuertemente armados al poblado de San José de Costilla, en Nayarit. Iban en alrededor de 15 vehículos. Esperaron a que entrara la noche y llegaron a una casa que se encontraba a las afueras de la localidad y ametrallaron todo el inmueble. Unos dicen que fueron 11 las personas ejecutadas, otros aseguran que fueron 12. Lo cierto es que subieron por lo menos a 8 cuerpos a una camioneta Cheyenne y los quemaron. Otros cadáveres quedaron en la parcela con su tiro de gracia. Uno de los ejecutados era El Pepino, antiguo sicario del Cártel de Sinaloa que los había traicionado para irse con Los Zetas.

Sin embargo, Nacho Coronel no había quedado conforme. Él siempre culpó de la muerte de su hijo a Héctor Beltrán Leyva, El H. Fue por ello que mandó un comando a Hermosillo, Sonora, para tratar de capturar a su rival. El grupo lo encabezaba su sobrino Mario Carrasco Coronel, "El Gallo".

De acuerdo con reportes periodísticos, el 13 de abril de 2010 los sicarios del Cártel del Pacífico rodearon la residencia de El H, ubicada a 300 metros del cuartel general de la Policía Estatal Preventiva y se llevaron como rehén a Clara Elena Laborín Archuleta, esposa del capo sinaloense.

Contrario a lo que esperaba Nacho Coronel, El H no se asomó por ninguna parte.

Unos días después, la mujer fue liberada en la esquina de Reforma y Luis Donaldo Colosio, aledañas a la Universidad de Sonora. Estaba atada de pies y manos y con vendas que le cubrían la mitad de la cara. Los reportes periodísticos indican que junto a ella...

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